Conversaciones y novedades

López Mateos en la India

Ángel Gilberto Adame

Año

1962

Lugares

La India

Personas

Fuentes, Carlos; Nehru, Jawaharlal; López Mateos, Adolfo

Tipología

Historiografía

Temas

Embajador en la India (1962-1968)

 

Jawaharlal Nehru, primer ministro de la India, recibe a Adolfo López Mateos, acompañado del general José Gómez Huerta. Observa el embajador Octavio Paz. Atrás de Nehru se encuentran Zakir Hussain e Indira Gandhi. Nueva Delhi, India, 10 de octubre de 1962.

En noviembre de 1961, Jawaharlal Nehru, primer ministro de la India, visitó México para consolidar la relación entre ambas naciones con una agenda centrada en el anticolonialismo, las cuestiones nucleares y la tecnología. En reciprocidad, Nehru invitó al presidente Adolfo López Mateos a la India en otoño de 1962. López Mateos no sólo fue a la tierra de Gandhi, sino que también visitó otras naciones cercanas con el objetivo de defender de manera conjunta los precios de las materias primas producidas por los países en desarrollo, abrir los mercados para la manufactura mexicana, diversificar las fuentes de inversión extranjera y, en el fondo, crear relaciones de México con el Pacífico y el Oriente. 

     La primera parada que hizo el mandatario mexicano en la India fue en Calcuta, donde se reunió con su esposa, Eva Sámano, y con su hija, apodada Avecita. Ellas llegaron de Estambul, del Congreso de Protección a la Infancia. De Calcuta, la familia presidencial partió a Nueva Delhi.         

     Apenas un mes atrás, Octavio Paz había sentado cabeza en la capital india y presentado sus credenciales como embajador: 

López Mateos saldrá de México (no lo cuenten) a fines de septiembre, para pagarle unas visitas a los Primeros Ministros de Japón, Indonesia e India (Nehru). Mariscal, para prepararlo todo conmigo, deberá estar en Nueva Delhi en los primeros días de septiembre y para esa fecha yo ya deberé haber presentado credenciales y establecido los contactos previos. Es decir, que llegaré en la época de mayor calor[1]

Paz apenas tuvo tiempo de organizar la llegada del presidente y así lo asentó en su primer reporte de su nuevo cargo:

En razón del poco tiempo que he permanecido en la India, no podría informar todavía sobre la realidad social y política […]. No obstante, estimo oportuno señalar […] algunos aspectos que, en el terreno internacional, son interesantes, sobre todo en vista de la visita oficial que el señor presidente de la República realizará al Oriente. [2]

El 6 de octubre, López Mateos y su comitiva de cincuenta personas arribaron al aeropuerto Palam. El presidente Sarvepalli Radhakrishnan y Nehru presidieron el séquito de bienvenida. En la recepción estuvieron presentes los miembros de los gabinetes y los representantes diplomáticos, Paz entre ellos. Se intercambiaron breves discursos. López Mateos sostuvo su compromiso con la paz y la lucha contra el armamentismo:

Estamos hermanados por un empeño similar en México; pero independientemente de lo que puedan acercarnos esas tareas de orden nacional, tenemos en común el espíritu de paz y la decisión invariable de actuar en los escenarios internacionales, luchando por el desarme y por la proscripción de las armas nucleares. La India y México tienen fe en que la humanidad habrá de salvarse a sí misma por medio de la paz. [3] 

Luego de los honores militares, se dirigieron al Palacio presidencial para las entrevistas con Nehru y Radhakrishnan. Esa noche no hubo cena de bienvenida debido a la muerte inesperada del gobernador de Maharashtra, antiguo compañero de Gandhi. López Mateos y su familia fueron alojados en el palacio Rashtrapati Bhavan, donde poco antes había estado la reina de Inglaterra. El resto de la comitiva se hospedó entre el palacio Haiderabas y el hotel Ashoka, donde vivía Paz y donde se había instalado la embajada.

     El segundo día, se llevó a la delegación mexicana al santuario donde se le rindió homenaje a Gandhi y se colocó la ofrenda floral en su altar cívico. El silencio se interrumpió levísimamente por el sonido metálico de unos instrumentos aldeanos: “Es la verdad y no la violencia la que triunfa con el tiempo, y no es por la fuerza como se conquista la justicia; ni el poder político es fin, sino medio para el bienestar del pueblo”. [4]

     Luego, el presidente mexicano y sus acompañantes salieron a recorrer algunas calles y a comprobar su parecido festivo con las mexicanas: “Visitaron ejidos, las instalaciones de mejoramiento ambiental; admiraron los productos de las industrias domésticas; fueron recibidos en una vivienda campesina y la visita culminó con una serie de danzas y cantos populares.” [5] Esa noche se sirvió un banquete en Rashtrapati Bhavan, lleno del misticismo propio de la región: “Cien servidores con atuendo asiático regían con precisión el ritmo de sus movimientos, al mando de luces y mayordomos”. [6] No faltó la gratitud por parte de los mexicanos.

     El tercer día, visitaron la ciudad de Agra para recorrer el Taj Mahal y Lal Qila. Luego de las contemplaciones de una cultura tan distante, la noche les devolvió un guiño de su tierra con la quema de tres demonios colosales; nadie pudo quitar de su mente las ferias de los pueblos mexicanos con sus toritos y canastas. Otros sitios visitados fueron el Museo Nacional de la India y el fuerte de Delhi, donde se le entregaron a López Mateos las llaves de la ciudad. En señal de respeto, López Mateos plantó un árbol.

     En todos estos eventos, claro, estaba el embajador Paz. Su viejo amigo José Iturriaga, miembro de la comitiva, recuerda su encuentro con el poeta en la India: “su cancillería y domicilio privado estaban instalados en un hotel que no correspondía por cierto al rango que México tenía ya entre los países agrupados en la ONU. El presidente López Mateos así lo advirtió y dispuso lo procedente para que la embajada tuviese su residencia propia, modesta pero digna”. [7]

     Paz vivió apresuradamente esos días que le restaron tiempo para algunos trabajos y que le impidieron contestar cartas. Así lo refleja esta misiva a Dore Ashton: “No te había escrito porque he pasado varios meses de gran agitación. Primero, el viaje a México; después, a la India. Ya aquí, tuve que preparar la visita del presidente López Mateos. No sé si la prensa de los Estados Unidos la habrá comentado”. [8]

          Para clausurar la visita, el 10 de octubre se celebró una recepción en el antiguo Fuerte Rojo, donde, en un pasado lejano, los monarcas mogoles concedían audiencias públicas. El banquete estuvo amenizado por música tradicional de la región. Luego, se entonaron los himnos de las dos naciones. Como obsequios, el alcalde de la ciudad le entregó una alfombra de cachemira a López Mateos y una estola de seda a Eva Sámano. En su discurso final, el mexicano puntualizó la gran similitud que él percibía entre México e India:

Visitando India y manteniendo en mente a mi patria, he llegado a la convicción cada día más firme de que solamente por medio de la unidad de los pueblos en su lucha por el logro de la paz, la humanidad podrá lograr y obtener las cosas que son verdaderamente dignas para el hombre. [9] 

Las impresiones sobre la estancia de López Mateos en Asia fueron positivas. La relación de Paz con López Mateos se remonta a las épocas de la UEPOC y los concursos de oratoria. Años después, el poeta apoyaría su candidatura presidencial. A su vez, López Mateos le concedió el traslado a París en 1959 y, luego, lo nombró embajador. En 1969, el poeta dijo a Carlos Fuentes respecto de la política mexicana:  

Tanto y tan compacto y enorme que se vuelve inexplicable y aplastante. Una realidad tan real que parece inventada. Por ejemplo, la historia de López Mateos, su mujer y su hija (¡Avecita!), sus palacios, sus millones y sus queridas. Si es verdad que poco a poco recobra la conciencia, cuando despierte enteramente sufrirá un choque tal que volverá a perderla, ahora sí definitivamente: ¡todos sus millones en manos de los padrotes de sus amantes! Hay un diablo que escribe todas estas historias mexicanas y confesemos que su justicia poética es bastante justa. [10]




[1] Octavio Paz a Elena Garro y Helena Paz, México, 15 de julio de 1962.

[2] Informe de Octavio Paz a la SRE, Nueva Delhi, 17 de septiembre de 1962.

[3] “Luchan contra las armas nucleares” en El informador, 7 de octubre de 1962, p. 1.

[4] Agustín Yáñez, Proyección universal de México. Crónica del viaje realizado por el presidente de México Lic. Adolfo López Mateos a India, Japón, Indonesia y Filipinas, el año de 1962, [s.p.i., edición del autor], 1963, p. 51.

[5] Ibid, p. 52.

[6] Ibid, p. 53.

[7] “En la mirada de José Iturriaga” en Zona Paz. Disponible en: https://zonaoctaviopaz.com/detalle_conversacion/219/en-la-mirada-de-jose-iturriaga/?id_tipo_espacio=4&palabra=&id_autor=0&lugar=&anio=0&id_lustro=0&tipologia=&tema=&id_coleccion=0&page=3

[8] Octavio Paz a Dore Ashton, Nueva Delhi, 14 de octubre de 1962.

[9] “Puso fin a su programa” en El Informador, 10 de octubre de 1962, p. 1.

[10] Octavio Paz a Carlos Fuentes, París, 11 de febrero de 1969.



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