En la mirada de otros

En la mirada de Bulmaro Tapia

Bulmaro Tapia y Terán

Año

1933

Personas

Salazar Romero , Jesús

Tipología

Memorias

Temas

Paz el universitario

Lustros

1930-1934

 

Retrato de Bulmaro Tapia y Terán en El libro que no escribí, 1972, p. 1.

Bulmaro Tapia y Terán nació en Arcelia, Guerrero en 1908 y murió en la ciudad de Chilpancingo, en 1988. Fue parte de un grupo de jóvenes políticos que buscaron hacer carrera en su estado natal; como lo corrobora su amigo, Jesús Salazar Romero, este grupo se gestó durante los años de San Ildefonso. Sus convicciones ideológicas los mantuvieron unidos y la mayoría obtuvo puestos de responsabilidad administrativa y política. Los fragmentos de El libro que no escribí (Recuerdos de una vida intrascendente), de donde se extraen estas memorias, provienen de una edición de autor publicada en 1972. 

Estas memorias también fueron motivo de polémica, pues el 13 de marzo de 1995 Ignacio Retes afirmó para Proceso —en su entrevista con Ricardo Ponce— que según estas memorias, que usó como referencia para su novela Nostalgia de la tribu, Paz asistió en su juventud al estado de Guerrero para hacer campaña en favor de Gabriel R. Guevara, hecho que Paz negó. (AP)


Gobernaba el general Adrián Castrejón (1 de abril de 1929 - 31 de marzo de 1933), revolucionario sincero, pero caprichoso, autoritario, que, aun paladeando el sabor de mando adquirido en las disciplinas militares, le falto tacto para brindar el trato debido al pueblo civil del estado, que, heredero de noblezas incontrastables, ha sido siempre rebelde a la servidumbre e incapaz de aceptar sumisiones en detrimento de su dignidad, pero es de obligada justicia reconocer que este gobernador dio atención preferencial al problema agrario.

Reunidos en un despacho de Brasil número 23, segundo piso, empezamos a coordinar y estudiar la mejor forma de organización para la campaña política que iniciaríamos en esos días, en apoyo del general Gabriel R. Guevara. don Rufino Salgado, Román Campos Viveros, Salomón Burgos y otros de la “vieja guardia” y los “recién nacidos” en estos menesteres, Manuel Sánchez H., Alejandro Gómez Maganda, Manuel M. Reynoso, Jesús Salazar Romero, Medardo Sánchez, Ramón Magaña, Jesús Mastache Román, Roberto Guzmán Araujo, Octavio Paz, Armando Salazar, El "Grandote” Oropeza, Ángel Sánchez, Lamberto Zapata y el que esto escribe; Gilberto Adame Guillén se unió a nosotros en Chilpancingo, después de renunciar al puesto que venía desempeñando en el norte de la república en la entonces Comisión Nacional Agraria. De este último grupo, solo Jesús Mastache y Ángel Sánchez rebasaban los veinticinco años, los demás aun no cumplíamos los veintidós y los menores dieciocho años. De aquí nació un grupo homogéneo, indisoluble que solo la muerte ha venido mermando, pero, de los que aun quedamos, no han logrado separarnos ni el tiempo transcurrido, ni los problemas que cada uno hemos confrontado, ni siquiera las disensiones políticas; grupo tan afín, tan espiritual y moralmente unido, que sinceramente creo no equivocarme al afirmar que seguirá practicando esa cordialidad espiritual y afectiva “hasta que la muerte los separe”.

 

[…] Algunos de ellos no volvería a verlos más: el Lic. Ramón Magaña se fue a incursionar por los campos de la política michoacana y a los pocos años lo sorprendió la muerte, me contaron que por el apresuramiento en la consumición de su barril (Guzmán Araujo decía que todos al nacer traemos a cuestas nuestro barril, solo que unos lo terminamos primero que otros); el Dr. Luis Oropeza fue al encuentro de su muerte accidental al estado de Veracruz, en unas vacaciones que se prolongaron por siempre; el Lic. Roberto Guzmán Araujo, que escaló puestos de significación política en el gobierno federal y dejo su pensamiento poético en la dulzura de sus versos, busco por todos los caminos de la desesperación a la muerte y la hizo su compañera: Medardo Sánchez desprecio a la vida y poco a poco se deshizo de ella y ese culto maestro Jesús Mastache Román, autor de valiosos libros pedagógicos, incansable sacerdote en busca de la verdad y que fue tras ella “montado en potra de nácar”, a quien la muerte llego sin siquiera haberla presentido.


Otros más viven, pero los disperso el destino! Armando Salazar, ese muchacho bueno y decente, me cuentan que investiga vidas ajenas, (tiene un despacho de investigaciones); a Martín López se lo tragó la metrópoli: Constantino Casas (Cashitas) deambula por los tribunales y allá de vez en cuando se nos presenta en el viejo café Sanborns de Madero, enfundado en ese pergamino que ostenta por piel, y nos hace leer sus alegatos interminables de litigante; Octavio Paz, bueno, Octavio Paz es un poeta profundo, inconmensurable, cuya lirica ha recorrido todos los caminos del mundo y sus versos se leen en todos los idiomas: y Manuel m. Reynoso. esa realidad que se convirtió en promesa, que desgranaba el marfil de su inspiración en las serenatas de Chilpancingo:



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