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La segunda calle del Reloj número 4

Ángel Gilberto Adame

Personas

Paz, Ireneo; Paz Solórzano, Octavio

Tipología

Investigación histórica

Temas

El origen y la familia

Lustros

1930-1934
1900-1904
1905-1909
1910-1914

 

Casa número 11 de la avenida República de Argentina, esquina con la casa 1 del maestro Justo Sierra (antes 1 del Reloj con la calle Montealegre).

 

* La calle del Reloj —ahora calle República de Argentina— es una de las vías con más tradición del Centro Histórico. Parece que tomó su nombre por un reloj público ahí ubicado, el cual pudo ser el primero del Virreinato. Ahí está, también, el Salón España, una de las cantinas más emblemáticas de la metrópoli, la cual se encuentra cerca de algunas librerías legendarias: la Porrúa, la Robredo, así como la empresa editorial Cultura.

     El jurista decimonónico Miguel Macedo hace una descripción del barrio:

Las que llevaron el nombre de calles del Reloj hasta que sobrevino el frecuente cambio de nomenclatura […] son las que, en general y después de la calle del Seminario, forman la prolongación, hacia el norte, de la acera de la fachada principal del Palacio que fue de los Virreyes y es hoy el Nacional. Las calles del Reloj quedan entre manzanas de la forma y dimensiones que fueron las comunes en el trazado de la ciudad española y que miden cien varas, o sea ochenta y tres metros. [1]

Macedo rememora la juventud y la algarabía de los transeúntes, ya que:

albergó el cuartel latino de la ciudad, porque en él se han encontrado sus principales escuelas. En los tiempos pasados, San Ildefonso, San Pedro y San Pablo; hoy la Preparatoria con sus dos edificios de San Ildefonso, la Facultad de Jurisprudencia (donde Arturo y Octavio Paz Solórzano se graduaron), la de Medicina, la Escuela de Altos Estudios y otros planteles agrupados en ese corto radio. [2]

Por 1850, en la segunda calle del Reloj número 4 se ubicaba la sastrería de Joaquín Sánchez y Compañía, en un inmueble propiedad del acaudalado Francisco Rincón Gallardo. En 1868, al mudarse la Escuela Nacional Preparatoria a San Idelfonso:

se estableció un café barato que fue muy concurrido por los estudiantes, siempre de excelente apetito, y que, por tener mesas de boliche, se convertía para muchos en motivo de nociva distracción. Dicho café era conocido como De Roldán, por el nombre de su propietario. Luego de varios escándalos fue cerrado en 1891.[3]

 

Esquina de la calle República de Argentina, donde antes estuvo la imprenta de Ireneo Paz.


En 1892, Ireneo Paz decidió mudarse con su familia a esa dirección. Tenía ya un negocio consolidado, su editorial La Patria, por lo que necesitaba un inmueble más grande y en una zona más comercial. El nuevo hogar de los Paz se ubicaba en la acera oriental que constaba de sólo cuatro lotes. Las crónicas dan cuenta de que era "una buena casa, pero de menos carácter y de construcción más ligera que las otras tres". El domicilio hacía esquina con la calle de San Ildefonso, justo enfrente del exconvento de Santa Catalina de Siena.
     Francisco Javier Gaxiola rememora:

De muy niño, acompañé a mi abuela materna a México, y como era costumbre en los primeros años de este siglo nos alojamos en casa de sus compadres: don Ireneo y Rosita Paz […].  En el patio de la casa funcionaban los talleres de La Patria, mesas de composición y de formación; tipos de imprenta, prensas y cajistas que iban y venían atareados. [4]

Años después, uno de los nietos de Ireneo narraría lo que él le contó: “La imprenta […] estaba ubicada en la planta baja, en el piso inmediato vivía él en gran comodidad”.

     Ireneo vivió en ese inmueble más de diecinueve años. Ahí vio pasar sus tiempos de fortuna y advirtió el inicio de su declive. Su generación fue relegada por una nueva a la que él siempre despreció: la de los Científicos. Así, aunque no lo expresaba públicamente en ese momento, creció el rencor por el olvido al que lo fue confinando Porfirio Diaz, el hombre al que tanto ayudó.

     En 1911, con la Revolución encima, don Ireneo decidió establecerse definitivamente en su casona de Mixcoac. A fines de ese mismo año, asistió al examen profesional de su hijo Octavio —el padre de nuestro poeta—, el cual tuvo lugar en el edificio que ocupaba la Escuela de Jurisprudencia desde 1908, precisamente enfrente de su casa. Veinte años después, ya muerto don Ireneo, su antigua morada alojó un popular café de chinos. Nada quedaba ya que recordase que ahí se editó La Patria. José Alvarado rememoraría: “Allá por los años 1930 a 1934, cuando había una Universidad y solía haber alumnos […] recorría las calles de San Ildefonso, los cafés de chinos, las cantinas estudiantiles”. [5]






* Esta nota tiene precedente en mi columna de El Universal del 12 de diciembre de 2020.

[1] Miguel Macedo, Mi barrio, México, Cultura, 1930.

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Francisco Javier Gaxiola, Memorias, México, Porrúa, 1975.

[5] José Alvarado, “En la mirada de José Alvarado” en Zona Paz. Disponible en: https://zonaoctaviopaz.com/detalle_conversacion/206/en-la-mirada-de-jose-alvarado


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