Conversaciones y novedades

Una carta de Antonio Rivero Taravillo sobre la memoria de Paz en el asunto Cernuda

Antonio Rivero Taravillo

Año

2020

Tipología

Correspondencia

Temas

Recontextualizaciones

 

Antonio Rivero Taravillo

Hace unos días publicamos “Una nota olvidada sobre Luis Cernuda (y un zafarrancho con Cosío Villegas”. El poeta e investigador sevillano Antonio Rivero Taravillo, colaborador y amigo de esta Zona, así como un estudioso importante de la vida y la obra de Luis Cernuda (es el editor, por ejemplo, de Años españoles (1902-1938), nos envía una carta puntual al respecto, que agradezco.


          Aprovechamos para recomendar la lectura de su ensayo “Cernuda y Bergamín. Historia de un distanciamiento con Paz al fondo” al que se refiere en su carta. (G.S.)



Querido Guillermo Sheridan:


          Acabo de leer gracias al poeta Jorge Ortega, que me ha enviado el enlace, el texto que firmas acerca de esa larga nota de Octavio Paz a su primera versión del ensayo La palabra edificante.


          Querría hacer algunas precisiones a la información que da Paz, quien si en general acierta, y con qué agudeza, al describir a Cernuda, yerra en algunos datos que tienen poca importancia en lo que a él se refiere pero que distorsionan la imagen cada vez más exacta del sevillano, transmitida por sus estudiosos y desde hace algunos años también por mí mismo en la biografía publicada en dos tomos por la editorial Tusquets.


          A Paz, como a todos nosotros, recordar a veces nos juega malas pasadas. En su caso, cabeza portentosa, esos deslices son de carácter venial, pero les conviene el título de “Juegos de memoria y olvido” que él mismo antepuso a la recuperación de la obra de teatro de Cernuda La familia interrumpida, que vio la luz muchos años después de escribirse gracias a que el original, que Cernuda había confiado a su gran amigo mexicano, se conservó en casa de la madre de este. 


          En primer lugar, Cernuda no regresó de París a Valencia en 1937, sino que tras pasar apenas dos meses allí en 1936, de finales de julio a finales de septiembre, como secretario del embajador Álvaro de Albornoz regresó al ser destituido este al comienzo de la Guerra Civil. Por otra parte, es obvio que Paz y Cernuda no se conocieron en Valencia en 1938 (año de la partida de Cernuda al exilio, en febrero), sino en 1937 cuando Paz y Garro vinieron con la legación mexicana al Congreso de Intelectuales Antifascistas. Los hechos fueron recogidos por Garro en sus Memorias de España, 1937, por Paz en su larga nota al poema dedicado a su amigo Bosch (peripecia que novelé en Los huesos olvidados y que Ángel Gilberto Adame corrigió con tino al desempolvar al compañero de juventud de Paz, que no había muerto durante la guerra, como el Nobel y todos pensábamos) y por ti mismo en el primer volumen de tu espléndido Poeta con paisaje. Ensayos sobre la vida de Octavio Paz. 


          Luego está el asunto de la correspondencia entre Cernuda y Paz, que si creemos a éste comenzó en 1939. Es natural que dé ese año teniendo en cuenta que arrastra un retraso precisamente de un año en las otras informaciones que ha aportado en la nota. En realidad, como escribí en un ensayo publicado no hace mucho en Cuadernos Hispanoamericanos, el sevillano “le había escrito por primera vez en 1938, al poco de llegar a Cranleigh School, en el sur de Inglaterra, recordándole el encuentro valenciano, y, aislado, y necesitado de interlocutores sensibles e inteligentes Cernuda, ya no cesó la correspondencia”.[1]


          El segundo y tercero de los errores de datación fueron corregidos por el propio Paz en “Juegos de memoria y olvido”. El primero, eliminado al suprimirse la referencia de la breve estadía parisina de Cernuda.


          Hay por otra parte un error de transcripción de la nota (en la Revista de la Universidad aparece bien): es naturalmente Manuel Altolaguirre (no Altolanguirre*) el amigo cuyas Poesías editó con esmero.


          Conocía el texto, con su nota, publicado en la Revista de la Universidad, así como las cartas reproducidas, que me sirvieron junto con muchas otras fuentes para la reconstrucción de la vida del autor de La Realidad y el Deseo. Como el mismo Paz corrigió los errores de su nota más tarde, no me pareció necesario llamar la atención sobre ellos. Lo hago ahora para los lectores de Zona Paz menos familiarizados con Cernuda.


          Va un abrazo amistoso con la esperanza de poder leer pronto el cuarto y último tomo de tu biografía intelectual de Paz, monumento por el que te he expresado en más de una ocasión mi admiración, la última vez precisamente en la librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica, hace dos años, tras la presentación del libro de Adame Octavio Paz: el año axial.


                                                                                   Antonio Rivero Taravillo

 *La errata ha sido castigada y enviada al rincón (e.).






Artículos relacionados