Conversaciones y novedades

El joven reyista

Ángel Gilberto Adame

Año

1909

Personas

Paz, Ireneo; Paz Solórzano, Octavio

Tipología

Historiografía

Temas

El origen y la familia

 

Reyistas en la estación de Buenavista (1909)

Siendo aún estudiante de jurisprudencia, Octavio Paz Solórzano se destacó por ser un tenaz partidario del general Bernardo Reyes. En plena efervescencia por la elección presidencial del centenario, el 4 de junio de 1909 arengó a una multitud de jóvenes para que respaldaran la candidatura de Reyes a la vicepresidencia. Además de Paz, entre los líderes destacaban Mariano Silva y Aceves y Julio Torri. [1]

     Paz Solórzano logró, a partir de su liderazgo estudiantil, integrarse con fuerza al Club Central Reyista. El 10 de junio pronunció un aplaudido discurso ante unos 1500 concurrentes:

El señor Octavio Paz habló discretamente y en su peroración consideró la figura del candidato bajo dos aspectos, bajo el aspecto militar y bajo el civil.  Bajo el primero de esos aspectos, dijo el orador: su fecunda labor en el Ministerio de la Guerra habla más alto que todo lo que se quiera decir, bajo el civil, su gestión de labor de hombre de Estado atestigua la manera como ha sabido elevar a Nuevo León.  Se nos dice por nuestros enemigos que tendremos un régimen militarista porque el señor general Reyes es militar: mentira.  Su labor de estadista en Nuevo León comprueba que tendremos un gobierno civil, pues el general Reyes es un maestro en ambas cosas y, como el país necesita de un gobierno democrático, hará a un lado su militarismo y seguirá siendo hombre de Estado. Con frases reposadas impugnó los trabajos de cierta prensa de insulto y pidió para ellos mejor conducta, así como que elogió la actitud de la prensa independiente. [2]

El 15 de junio, quedó formalmente instalado el Club Reyista estudiantil. Gonzalo Zúñiga fue elegido como presidente y Paz, como vicepresidente. Ahí empezó una frenética campaña de propaganda. El 24 de junio, los dirigentes le enviaron una carta al gobernador de Jalisco en protesta por ordenar cerrar las escuelas. El 10 de julio, tuvo lugar una nueva junta y se nombraron comisiones para conmemorar el aniversario de la muerte de Juárez. En otro evento, Silva y Aceves pidió la fundación de un rotativo que apoyara la causa de los estudiantes.


El Pendón Reyista, semanario dirigido por Bernardo García Medrano en el cual Paz escribió.

El ímpetu de la candidatura de Reyes hizo que el 19 de julio apareciera El Pendón Reyista, semanario dirigido por Bernardo Gracia Medrano, que sirvió como órgano de comunicación del Círculo Liberal Sufragista. Paz fungió como uno de los redactores. Sin embargo, sus constantes apariciones pronto le generaron enemistades de corralistas y científicos. El Debate, periódico dirigido por Nemesio García Naranjo y donde colaboraban José María Lozano y Francisco M. Olaguíbel —tres de los miembros del futuro cuadrilátero—, le espetó:

Días pasados, en el salón de Tacuba, foco del reyismo agudo, el arcaico pasante de derecho don Octavio Paz, recitó a duras penas y tartamudeando un discurso que había confeccionado el estudiante Zúñiga.  En el discurso a que nos referimos, rugió y tronó el robusto y talentoso pasante de derecho en contra del partido científico.  Manoteó como un chimpancé enfurecido e incrustó en su peroración la siguiente frase que fue calurosamente aplaudida por los ignaros allí presentes: “Ya graznan las aves de corral”.  
Nos permitimos recordar a Tavito, al furibundo y terrible Octavio, que su señor padre, el licenciado don Ireneo Paz, es franca y definitivamente corralista. Díganos el estudiante modelo: ¿también don Ireneo grazna?  
Es triste, es altamente ridículo, ese espectáculo de división política en el seno de un hogar.
Nos dirigimos al honorable viejo tuxtepecano e incondicional de nuestro gran presidente, para que reprima a ese escolapio malcriado; para que le ordene a su hijo Octavio, que se dedique a sus labores estudiantiles en vez de andar desprestigiando al buen nombre de la familia Paz. [3] 

El aludido respondió de inmediato:

En una hoja que se publica bisemanalmente en esta capital, y en la que no se han respetado ni las reglas más elementales de la caballerosidad, he visto un párrafo escrito con el mismo lenguaje que ha venido empleando dicho periódico desde su fundación.  
En el mencionado párrafo, no sólo se me insulta y se me denigra, sino que aparece también el nombre inmaculado de mi padre. […]
Si en política no llevo las mismas ideas del señor mi padre, es por razones bien sencillas: ahora lo explico: él es partidario del señor Corral porque es partidario también del general Díaz; su fidelidad y su adhesión siempre desinteresadas para el ilustre caudillo, son por demás conocidas. […] Por lo que a mí se refiere, si pienso de distinto modo que él también es fácilmente explicable: mi padre jamás me ha impuesto su manera de pensar en asuntos políticos, ni lo intentaría, porque ha llevado por norma constantemente, respetar las ideas de los demás.  Error imperdonable, error crasísimo es el de mis impugnadores y consejeros. Pues qué, ¿su ignorancia llega al extremo de desconocer la organización actual de la familia? ¿Qué no saben que la tribu y el clan han desaparecido de nuestras sociedades?  ¿No saben que la psicología moderna viene a demostrar que cada hombre es genuinamente idiosincrático? No, no es que no lo sepan; es que todas sus ideas vienen preñadas de perfidia; es que no tienen conciencia ni convicciones; es que su tarea siempre ingrata, siempre innoble, llega al odioso extremo de atacar, destruir, desorganizar la familia por su base. […]
Yo lo diré desde estas columnas muy claro y muy alto: en los pocos años de vida que llevo, no he reconocido más vínculo político que el que mis convicciones me ordenan; por eso soy partidario del general Bernardo Reyes, y eso lo saben mis consejeros, porque algunos de ellos han sido mis compañeros de escuela y conocen mi manera de pensar, siempre honrada. [4]

Las burlas crecieron de tono:

El escolapio Octavio Paz ha tomado en serio su papel de reyista. Y nos endilga en el tiradero de Zoquipa (léase “México Nuevo”) un articulejo que rabea y cocea como un asno bronco.
El feroz articulejo dice: 
Primero. —Que Octavio elogia a su papá para cumplir con la divisa del reyismo (alabanza en boca propia). 
Segundo. —Que Octavio es un estudiante que no estudia lógica, y por ello ha demostrado que grazna él, en vez de probar que no grazna don Ireneo en su calidad de ave de corral. 
Tercero. —Que escribe mil veces peor que Gracia Medrano, que es la pluma de avestruz del reyismo militante.
Cuarto. —Que la escuálida figura del escolapio Octavio se refleja en sus escritos, como una lagartija en la superficie de un charco. 
De todo lo cual se infiere que Octavio debe dedicarse a comer y estudiar. Y que en vez de perder el tiempo en maltratar el idioma y en maltratar a don Ireneo, debe consagrarse a aprender el alfabeto. 
Todavía no es tiempo, Tavito, de hacer política. Deja en paz el reyismo y lee “El Criterio” de Balmes, que al fin y al cabo es un criterio mejor que el tuyo. Y no insultes más a tu padre. Cumple con el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, que parece has echado en olvido.
Si, como aseveras, tu padre es corralista porque es leal a don Porfirio Díaz, tú debieras seguir la conducta leal de tu padre con tu padre mismo: tú debes más a tu padre, que tu padre al general Díaz. [5] 

Otros medios se sumaron a las pullas contra el bisoño pasante:

En un acalorado mitin político el joven Octavio Paz pronuncia un furibundo discurso reyista que le ocasiona agrias discusiones con los concurrentes.  
Uno de ellos se encara con el novel orador y le dice: —Mira, Tavo, no te metas a hablar sobre lo que no sabes ni entiendes porque la pitas. —Sé más que tú, —responde Tavito —para eso estudio en la Escuela de Jurisprudencia y cursé matemáticas en la Preparatoria.  
—Sí, matemáticas y no. ¿A que no me contestas a un torito que te voy a echar?  
—Ni a torito el del “Debate” le tengo miedo. Échalo. 
—¿A quién?, ¿a Luis Torito? 
—No, hombre, al problema. 
—Bueno, ¿pueden sumarse cantidades homogéneas con heterogéneas? 
—Claro que sí.
—Claro que sí, ¿eh? Sumando 4 kilos de canela, 8 de cacao y 2 de azúcar, ¿qué resulta? 
—Pues resulta chocolate —dice Tavo en medio de una carcajada general. [6]

Las mofas no hicieron mella en el ánimo del joven reyista. Era tal su confianza, que incluso se atrevió a suscribir un memorial a Díaz, en el que los reyistas “le pedían garantías para que cesen las persecuciones arbitrarias cometidas por las autoridades del país” y le reiteraban que “la nación se sentirá conmovida al definir sus palabras y esperará su definitiva voluntad”. [7]  La lacónica respuesta del presidente presagió lo que sucedería después: “Siendo que todo lo que atañe a su conducta política es de su exclusiva apreciación, no es de accederse a la solicitud de ustedes, reservándose el presidente el dirigirse a la nación cuando él considere que cumple a sus altos deberes y lo exigen las circunstancias políticas del país”. [8]

     Los sueños de gloria del más joven de los hijos de Ireneo se diluyeron cuando su propio candidato —acicalado por don Porfirio— declaró:

De modo formal me ofrecen la candidatura para la vicepresidencia de la República los clubs reyistas del Distrito, […] pidiéndome diga si la acepto, y al contestar me atengo a la línea de conducta que me marqué desde que se trató de este asunto hace más de un año y sobre la que hice explicaciones. En mi contestación a aquellos clubs […] consideré desde un principio la conveniencia de que la candidatura vicepresidencial debiera ser alguna que se ajustara a la política del actual señor presidente, dentro del personal preponderante en esa política. Consideré después contraproducentes y hasta perturbadores, en las actuales circunstancias, los trabajos que se hicieran respecto de la que se había lanzado en favor mío; consideré los sacrificios inútiles que se impusieran los que intentasen sostenerla y rogué por eso que tal candidatura se retirase y hoy que se me pide diga si la acepto o no, para normar la conducta que ustedes deban seguir, mi contestación que se desprende de cuantas según el caso he manifestado sobre el particular, es negativa, con lo cual, además de no apartarme de mis anunciados propósitos que he hecho públicos, y a los que me refiero, evito los perjuicios que he indicado y principalmente los que pudiesen sufrir los postulantes cuyos perjuicios soy el primero en lamentar. [9]  

Así, el 13 de septiembre, los reyistas acordaron que, “teniendo en cuenta la renuncia del señor general don Bernardo Reyes a la candidatura para la vicepresidencia de la República, se disuelve el Comité Central directivo de los clubs reyistas del Distrito Federal”. [10]  Entre los desconsolados firmantes se hallaba el joven Paz.





[1] “Estudiantes reyistas”, México nuevo: diario democrático, 5 de junio de 1909, p. 5.

[2] “La última sesión del club Central Reyista”, México nuevo: diario democrático, 11 de junio de 1909, p. 8.

[3] “Orador que merece un tirón de orejas”, El Debate, 4 de agosto de 1909, p. 1.

[4] Octavio Paz Solórzano, “Primeras y últimas palabra a El Debate”, México Nuevo, 7 de agosto de 1909, p. 7.

[5] “Literatura reyista”, El Debate, 11 de agosto de 1909, p. 1

[6] “Chismografía reporteril”, Gil blas, 21 de agosto de 1909, p. 3.

[7] “Memorial dirigido al presidente de la República”, ¡Pueblo libre!, 19 de agosto de 1909, pp. 1 y 2.

[8] “Respuesta”, ¡Pueblo libre!, 19 de agosto de 1909, p. 2.

[9] Bernardo Reyes, “El general Reyes terminantemente renuncia a su candidatura”, México Nuevo, 14 de septiembre de 1909, p. 1.

[10] “Disolución de los clubs reyistas”, Gil blas, 16 de septiembre de 1909, p. 2.


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