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La última voluntad de Elena Garro

Ángel Gilberto Adame

Año

1972

Personas

Garro, Elena

Tipología

Investigación histórica

Temas

El origen y la familia

 

Elena Garro y Helena Paz

La tarde del 26 de septiembre de 1972, Elena Garro, de cincuenta y cinco años, compareció ante el licenciado Francisco González y González, titular de la Notaría 35, acompañada de sus testigos, el estudiante Rodrigo Mares García, Rodrigo García Treviño —misterioso militante estalinista y luego trotskista, además de compañero de José Ferrel, un amigo de juventud de Octavio Paz— y el tipógrafo José Guadalupe Olaes Solís, con el fin de otorgar su testamento público abierto.

     El solemne acto se celebró en el despacho ubicado "en los altos de la casa número noventa y seis de la calle República de Cuba", y en él consta que la escritora, "advertida de las penas que impone la ley a quien declara con falsedad", declaró vivir en el departamento 4 de la calle de Taine, estar divorciada, dedicarse al hogar y "estar exenta en el pago del impuesto sobre la renta".

     A diferencia de lo que Garro pregonaría después, en su testamento no "eligió como beneficiario de su obra, sus derechos y todas sus pertenencias al escritor argentino Adolfo Bioy Casares, el gran amor de su vida", [1] sino que, como es natural, designó como heredera y albacea a su única hija, Laura Helena Paz Garro.

     Según narra Rafael Cabrera, además de las preocupaciones que tenía por las enfermedades de su descendiente, en esas fechas Garro vivía momentos de profunda agitación porque "le habían advertido que se había orquestado una operación para asesinarla". [2]  Sin embargo, el fedatario certificó que la testadora tenía plena capacidad, pues declaró lo siguiente: "se encuentra en su cabal juicio, cumplida memoria y libre de cualquier coacción o violencia, con perfecto conocimiento del acto que celebra".

     Es ejemplar que Elena Garro previera su última voluntad, gesto excepcional entre quienes deberían hacerlo. Una omisión muy sonada fue la de Marie José Tramini, segunda esposa de Octavio Paz, la cual, al actuar con negligencia, puso el patrimonio del poeta en la órbita de la beneficencia pública capitalina, algo que jamás hubiera deseado Paz.
     Muchos años después, tras la muerte de Garro, su hija asumió el carácter que se le confirió. Cuando Helena Paz falleció, su primo hermano Jesús Garro Velázquez fue el encargado de la titularidad sobre la obra de la escritora. Por último, al morir éste el 25 de junio de 2017, su viuda Raquel Steinmann asumió la totalidad de esos derechos. Es difícil imaginar que, en aquellos días de septiembre de 1972 de los que tanto se ha escrito, Elena Garro supusiera quién iba a resultar, al final, la beneficiaria.




[1] Rafael Cabrera, Debo olvidar que existí. Retrato inédito de Elena Garro, México, Debate, 2017. Versión electrónica.

[2] Ibid.


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