Conversaciones y novedades

Octavio Novaro despide al camarada Paz

Octavio Novaro

Año

1937

Lugares

Mérida

Tipología

Memorias

Temas

Paz en Mérida: la primavera socialista de 1937

 

Octavio Novaro

Unos días antes de su regreso a la Ciudad de México, el 10 de mayo, el camarada de Paz, Octavio Novaro, publicó en el Diario del Sureste de Mérida esta despedida a su amigo y subordinado, pues Novaro era el director de la Escuela Secundaria Federal para Hijos de Trabajadores y Campesinos en la que Paz y Ricardo Cortés Tamayo eran los maestros.


          Paz y su tocayo Octavio Novaro Fiora del Fabro, llamado “Novarito” (1910-1980), eran amigos desde 1932. Habían publicado en 1937 en Taller poético, y luego sus primeros libros en la editorial Simbad. Paz lo estimó como amigo en sus años juveniles, pero no como autor de sus poemarios Sorda la sombra (1935), Canciones para mujeres (1936) y Palomas al oído (1937). En otra parte de esta Zona escribí ya unos renglones sobre Novaro y su poesía. (GS)



Parabienes a Octavio Paz

Como amigo y colaborador suyo, quiero ser el primero en felicitar entusiásticamente a Octavio Paz. El Comité Organizador del Congreso Internacional de Escritores que tendrá lugar próximamente en Valencia, lo ha invitado para que concurra al mismo Congreso en representación de los poetas mexicanos; distinción honrosísima que nos enorgullece, a la par con él, a todos los que formamos en las filas de la última generación de escritores en México.


          Pablo Neruda, el extraordinario poeta chileno, suscribe, como organizador, la invitación oficial. Sirvieron de intermediarios Juan Marinello y Nicolás Guillén, que concurrirán como delegados de la Isla de Cuba.


          La distinción hecha a Paz por venir directamente de quienes viene —llamado desde París por voces claras, movidas nada más que por el reconocimiento de su alta y fuerte poesía y de su actitud juvenilmente ejemplar, sin meditación de intereses burocráticos o móviles falseados de amistad— la distinción hecha a Paz, repito, la recibimos todos los poetas nuevos de México como una condecoración en el pecho. Y no podemos menos que gritar la satisfacción que nos produce un hecho semejante.


          Ahora precisamente empezaban a ser fructífera la labor de Octavio Paz entre nosotros; y con la palabra “nosotros” identifico ya a la ciudad de Mérida, con sus forasteros; aquellos de sus forasteros que, cada día que pasa, vamos dejando de serlo, paso a paso, para sumirnos cada vez más en la blanda entraña de su cordialidad y de su ciudadanía. Ahora, pasada ya esa inevitable dislocación interna que significa todo cambio de ambiente comenzábamos a palpar las muestras de su brioso y certero talento. Era necesario, como siempre sucede —¡la eterna miopía, la interesada y egoísta ceguera que nos impide distinguir a nuestro propios valores, simplemente porque sabemos quién es su sastre, porque lo hemos visto tomar una taza de café en la Horchatería!— era necesario que lo señalara un índice más allá de nuestras fronteras. Ahora podemos estar contentos sus amigos, ahora rabiarán las baldados incrédulos de siempre: a Octavio Paz lo señalan desde Europa, lo piden manos consagradas, desde muy lejos. Ello significa el principio de la consagración de unos de los mejores —el mejor tal vez— jóvenes poetas mexicanos. Su viejo rival, su exenemigo literario, su admirador de siempre quiere ser el primero en felicitarlo. Y le tiendo la mano en un gesto de despedida y de felicitación a un tiempo: “Octavio Paz: mis parabienes, en nombre de nuestra juventud y de la poesía”.


          Porque no se trata ahora de un viaje de placer para él, de un puro alarde personalista. El Congreso Internacional de Escritores de Valencia, al que concurrirán los más representativos intelectuales de Izquierda del mundo entero —¡todavía quedan intelectuales de derechas!— tiene una alta significación política y cultural. Allí se va a demostrar al mundo la solidaridad de la cultura universal con la heroica gesta de España; se va a revelar que las más limpias intelectualidades del momento actual están al lado del pueblo español en su lucha contra la felonía y contra el pillaje.


          ¡Qué bello espectáculo han de dar a los ojos del mundo contemporáneo, que lección más alta, qué fecunda siembra, los trescientos intelectuales de todas las nacionalidades, invocando a la cultura, disertando en torno de los valores humanos fundamentales, bajo un cielo de metralla, cercados por la matanza, por el crimen desatado por los salvadores teóricos de la humanidad y asesinos prácticos de su cultura y de sus más hondas raíces vitales!


          Octavio Paz, te envidio, limpia, cordialmente, porque vas a pisar la tierra donde germina la vida nueva; porque vas a decir la palabra de México hasta el alarido de los cañones; porque vas a llevar al ademán de nuestra juventud hasta la máscara monstruosa de la deslealtad y de la ignominia. Porque llevas tu poesía y tu carne hasta las alambradas donde habrá que quedar, desgarrado y vencido para siempre, el uniforme enlodado de una humanidad inhumana y cruel.

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