Conversaciones y novedades

Sor Juana, una feminista "avant la lettre"

Antonio Marimón

Año

1982

Tipología

Entrevistas

Temas

Recontextualizaciones

 

Juana de Asbaje

“Quise rescatarla del cartón y del cemento, mostrar que no es una estatua sino una escritura viva”. Es imposible entender a Sor Juana sin entender a Nueva España, dice el poeta: “Defendió el derecho de la mujer a estudiar, pidió la educación universal para las mujeres. Creo que es uno de los grandes poetas eróticos del siglo XVII”.


          “Yo cuando era muy joven, asistí a la muerte, al asesinato de la democracia española. Y me ha tocado, cerca de 40 años después asistí a su resurrección. Esto fue muy emocionante”. Con doble agrado, Octavio Paz recuerda su reciente visita a España, donde observó el nuevo clima político generado por el triunfo electoral del PSOE, y además presentó su ensayo Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, editado conjuntamente por Seix Barral y el Fondo de Cultura Económica. “Fue realmente muy conmovedora la cantidad de gente y el entusiasmo con que se escucharon mis conferencias. Me parece que hubo un gran interés probablemente muy superior al de México”, agrega luego el poeta.*



—¿A qué atribuye usted esa diferencia? —le preguntamos.


—El tempo español es más vivaz. Pero yo también creo que se debe a que el público y la prensa, en España, están menos anestesiados por la enfermedad biológica. Una de las consecuencias del mal ideológico es la insensibilidad del temple lector. Esto no sucede en España. Allá se discute, aquí se aplaude o se silba…


Al despacho cerrado de Paz no llegan los ruidos del exterior.


          Se ve una larga pared de vidrio, tres muros tapizados por libros, un escritorio y un juego de living. También volúmenes apilados de algunos sitios, una mesa con miniaturas Hindúes y, más allá del enorme vidrio y la cortina corrida los muros de los edificios de Reforma y la luz opaca, tenue, de un día nublado. El poeta de Blanco, el ensayista de El Laberinto de la soledad, el director de Vuelta, se sienta frente a la grabadora para hablar de Sor Juana.


¿Qué representa esa mujer para México, un mito cultural o una obra viva?


—Una heroína. La mayor parte de los héroes mexicanos son de cartón o de cemento, porque así lo fueron desde su origen, o porque la propaganda oficial los ha trasformado en eso. Sor Juana estaba también en peligro de sufrir el destino de todos los héroes mexicanos. Yo quise rescatarla del cartón y del cemento, demostrar que no es una estatua sino una escritora viva y que su vida, su obra, su lucha, sus pasiones, nos corresponden. En cierto modo, la suya es una figura emblemática de la historia de México.


—¿Por qué el estudio de Nueva España comprende tantas páginas del libro?


 —Porque es imposible entender a Sor Juana sin entender a Nueva España, como es imposible entender al México moderno en la sociedad novohispana. Parte de las claves, de la explicación de los enigmas del México moderno está en los siglos XVI, XVII, XVIII. La primera parte de mi libro es una descripción de la sociedad virreinal, con eso reparé una omisión de otros textos donde toqué el tema de Nueva España de un modo insuficiente.


          Ahora he tratado de profundizar en él y de deshacer ciertos equívocos. Por ejemplo, la idea de que Nueva España era una colonia. Fue un territorio dependiente, en realidad un reino dependiente de la corona de Castilla, pero colonia en el sentido tradicional de la palabra, en el sentido en que hubo colonias griegas en Asia Menor o colonias inglesas en el norte de América, no.


          Era también una sociedad heterogénea desde el punto de vista étnico, cultural y político, que estaba regida por una pluralidad de jurisdicciones. Cada grupo, cada profesión, cada sector tenía leyes propias. Al mismo tiempo, era una sociedad absolutamente monárquica y de jerarquías inmutables. Todo eso es contrario de la modernidad.


          Otro rasgo premoderno—continúa Paz— era el patrimonialismo. El virrey era un alter ego del rey, pero a la vez el monarca absoluto que ve al Estado como su patrimonio personal. Tráfico de influencias, concepción personalista del Estado, importancia de la gracia y de la bondad del soberano en la impartición de la ley, todo esto es patrimonialismo. Yo lo he tratado en algunos artículos siguiendo a Max Weber y a Maquiavelo, y también a un historiador estadounidense, Morse. Ahora es un tema que se ha puesto muy de moda en México, pero muchos escritores que lo usan en realidad no saben de qué hablan ni citan a sus fuentes.


          Sociedad jerárquica, mercantilista, de grandes latifundios, más además una sociedad de corte. México y Lima, hay que subrayarlo, fueron las únicas ciudades en América donde había una corte. Estaba hecha a imagen y semejanza de la española, y la española se parecía mucho a la corte francesa de los siglos XVI y XVII. La corte de Felipe II, tenía como modelo inconsciente a la de Luis XIV. Y ese modelo europeo de cortesía, de costumbres, de maneras se trasplanta a América. En la vida de sor Juana esto es muy importante, porque junto la corte y el convento fueron las dos realidades sociales en que se movió.


          Por último, otro rasgo premoderno de Nueva España, y que contribuye a explicar las dificultades que hemos tenido los mexicanos para ser modernos es que fue una sociedad fundada en la ortodoxia. Una ortodoxia religiosa y política. En esto se parece en parte a las sociedades premodernas, pero también a las posmodernas y totalitarias que llamamos, impropiamente, socialistas. Se asemeja a éstas en la importancia de la ortodoxia, y en que muchas veces los dueños de las conciencias son, además, los dueños de los medios de producción. En México, la iglesia era dueña de más de la mitad de la tierra. Pero en los países comunistas la situación era más grave: hay una fusión absoluta entre el poder ideológico —la ortodoxia—y la burocracia estatal.


 Todavía no explica por qué eligió a Sor Juana, ¿cuál es el motivo de esta antigua obsesión suya?


—¿Por qué diantres escogí a sor Juana? Su caso es extraordinario. Es una mujer hermosa y cortejada que, de pronto decide ser monja. Luego, es una monja que escribe poemas de amor a fantasmas, pero también una mujer que escribe textos de pasión amorosa a otra mujer, la condesa de Paredes. Es, asimismo, una intelectual que se interesa en la ciencia y en la teología, y a veces roza las fronteras de la herejía.


          Finalmente, fue una feminista avant la lettre. Defendió el derecho de la mujer a estudiar, pidió la educación universal para las mujeres. Y al término de su vida, lo más terrible: vende sus libros, desmiente toda su obra anterior y se entrega a prácticas ascéticas durísimas.


          Este final de Sor Juana es signo de muchas cosas. Es una conversión, como han dicho muchos críticos; es una expresión de neurosis, como han dicho otros… O más bien es un drama que nosotros, los escritores modernos, el hombre del siglo XX, conocemos muy bien. Es el drama del escritor, del intelectual en una sociedad dominada por una ortodoxia y regida por una autocracia. Todo este siglo es muy rico en ejemplos de escritores sacrificados por ortodoxias. Así el caso de Sor Juana es muy actual, muy nuestro.


—¿Cómo explica usted la articulación de Sor Juana en el barroco?


Es un segundo mediodía del barroco. El mediodía del barroco, en la legua española, se dio una generación antes, dos generaciones antes, con Lope, Quevedo, Góngora y después Calderón. Y una generación después, a finales del siglo XVII, surge otra época de la poesía barroca con Sor Juana.


          Es muy importante su poesía erótica —recalca Paz—. Creo que es uno de los grandes poetas eróticos del siglo XVII. Fue también uno de los grandes versificadores del idioma. La importancia de la versificación de Sor Juana es fundamental, pues nos encontramos ante un repertorio de todas las formas de la métrica española. En su teatro encontramos, sobre todo en El divino Narciso, resonancias del hermetismo neoplatónico. Esto creo que es un pequeño descubrimiento…


          Y finalmente, el poema Primero sueño, representa desde el punto de vista de la versificación, de la sintaxis, de los estilos literarios, la forma final del barroco. Es un poema deudor de la influencia de Góngora, pero al mismo tiempo es lo más alejado de Góngora. Éste es luz y espesor sensual del idioma, y Sor Juana es precisión y penumbra.


          En Sor Juana aparecen temas que no había conocido la poesía española. En su obra no hay ni unión ni mera contemplación de Dios; hay una pregunta frente al universo, una actitud interrogativa frente al universo. El suyo no es el espacio de la ortodoxia. Diríamos, que es un espacio orientado a lo moderno, que su física y su astronomía son todavía ptolomeicas, pero su sensibilidad no. En ella se refleja asombro, dolor y desolación del espíritu humano ante el universo; no hay simple contemplación porque hay caída. Y en eso anticipa a la poesía moderna.


—¿Es tan tajante su comprobación?


Sí. Vossler dijo que Sor Juana anticipaba a la poesía francesa de la ilustración. Me parece que el gran critico alemán se equivoca. Lo que prefigura Primero sueño es a la poesía más actual; a una parte de la poesía romántica, pero sobre todo a los poetas del siglo XX. Si hay un poeta del siglo XVII que está cerca de nosotros, es Sor Juana.


La luz vacila aún entre la sombra, de los tinacos. El cielo sigue nublado. En el despacho del escritor no se oye ni un sonido. Nada en la gruesa alfombra a escasos metros del Ángel de la Independencia. La plática, a modo de lección breve sobre sor Juana Inés de la Cruz, toca a su fin y la voz del entrevistado se oye una vez más, como una sentencia:


Sor Juana era una intelectual orgánica, y al final de su vida fue destrozada por los mismos poderes a los que había servido. En ese aspecto su drama es ejemplar para nosotros.



NOTAS

"Sor Juana, una feminista avant la lettre" se publicó en Unomásuno el 18 de diciembre de 1982.


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