Conversaciones y novedades

Octavio Paz, condiscípulo

Sandra Molina Arceo

Año

1930

Tipología

Novedad

Temas

Los años de San Ildefonso

Lustros

1915-1919
1920-1924
1930-1934
1950-1954
1955-1959

 

Alumnas del San Ildefonso, ca. 1926

En 1867, el espacio arquitectónico del palacio de San Ildefonso, el mismo que ocupó el antiguo colegio jesuita y que fue cuartel durante la guerra con Estados Unidos en 1847, fue entregado al médico, filósofo positivista y político mexicano, Gabino Barreda, para convertirlo en sede de la Escuela Nacional Preparatoria, que inició sus clases el 3 de febrero de 1868.


          Desde la expedición de las leyes de Instrucción Pública de 1867 y 1869, no existieron impedimentos legales para que las mujeres se matricularan en la Escuela Nacional Preparatoria, sólo debían tener 12 años cumplidos, buena conducta y moralidad, saber leer y escribir, y tener conocimientos de aritmética y gramática española[1].


          Si para entonces el Estado, en lugar de la Iglesia, era el encargado de marcar los lineamientos educativos, que no hubiera impedimentos legales para continuar la educación preparatoria de las mujeres tardó varias décadas en traspasar la barrera del rol “esposa-madre” en la sociedad mexicana, y la de la invisibilidad de la mujer en las escuelas de formación científica enfocadas en la educación exclusiva de varones.


          Los primeros esfuerzos para transformar una nueva empresa educativa que incluyera a la mujer comenzaron en 1882, en pleno régimen porfirista[2]. Además de sostener los principios de una educación obligatoria, laica y gratuita, se trató de promover que la educación incluyera a los indígenas, que se procurara la alfabetización de los adultos y, por supuesto, la educación de las mujeres.


          Durante el porfiriato hubo una amplia oferta educativa. Las mujeres tenían que estar mejor preparadas para formar y educar a los ciudadanos que el país requería. Se abrieron escuelas de artes y oficios y escuelas de estudios comerciales. Las mujeres de clase media podían tomar cursos de escritura, aritmética, costura, telegrafía y mecanografía; podían incluso, cursar las carreras profesionales de enfermera o partera.


          Y para las mujeres de clase privilegiada, fue la Iglesia, a través de la educación privada, quien ofreció los programas educativos para perfeccionar, en lo moral y lo intelectual, su papel dentro de la familia y la sociedad[3]. 


          Sin embargo, el supuesto auge, no sólo en educación, también en el ámbito económico y cultural del país, no evitó que la mayoría de los mexicanos viviera en la miseria, la ignorancia y la marginación. El grueso de la población terminaba sólo el primer año de la educación primaria, y los programas específicos para mujeres no exigían ningún plan de estudios, ni siquiera la conclusión de los mismos.


          A principios del siglo XX se registró un mayor número de mujeres en la educación superior, pero esto fue gracias a que la Escuela Normal de Maestras fue entonces reconocida como tal. En 1921, la recién creada Secretaría de Educación Pública, hizo un llamado especial a la mujer para involucrarse en la educación superior más allá del magisterio[4].


          La Escuela Nacional Preparatoria, concebida en plena restauración de la República, sería desde los primeros años del siglo XX la institución educativa que ofrecería nuevas alternativas académicas para las mujeres del país. Dos décadas transcurrieron desde la fundación de la Universidad Nacional de México, en 1910, para que Octavio Paz fuera condiscípulo de catorce mujeres en el Bachillerato de Filosofía y Letras de San Ildefonso: María de la Luz Barañón Valdés, Felicitas García Ferrer, Mari García Flores, María Luisa García Sánchez, Margarita Huerta Beltrán, María Guadalupe Martínez López, Rosa Paniagua y S., Carmen Otero Gama, María Teresa Puente Camacho, María Guadalupe Reynoso, Elena Román y Salgado, María del Carmen Valencia Rangel, Clara Velasco Farrera y María Teresa Zúñiga Rojas.


          Tan sólo un año antes de que estas mujeres ingresaran a la Escuela Nacional Preparatoria, en 1929, Paz había sido arrestado durante una manifestación de estudiantes a favor de José Vasconcelos, candidato a la presidencia por el Partido Antirreeleccionista, cuya plataforma política incluía el sufragio femenino. Tan paulatina fue la incorporación de las mujeres a la vida académica como lo fue a la vida ciudadana. En las elecciones del 3 de julio de 1955, las mujeres mexicanas pudieron emitir por primera vez su voto, y pudieron hacerlo por María Teresa Puente Camacho, abogada por la UNAM, candidata a diputada del 4º distrito electoral del Distrito Federal[5] por el Partido Popular; y una de esas catorce mujeres.


          María Teresa estudió derecho en la UNAM al igual que otra de sus compañeras de la Escuela Nacional Preparatoria, Carmen Otero Gama. Trabajaban juntas en un despacho de abogados en Av. 5 de mayo 57, en el Centro de la Ciudad de México. A principios de la década de los cuarenta. En el mismo despacho, trabajaba su colega alemán, Leo Zuckermann, para el movimiento antifascista “Alemania libre”[6]. Carmen se encargaba de redactar cartas que iban y venían entre ministerios de relaciones exteriores[7].


          Carmen era hermana de Rosa María, esposa de Vicente Lombardo Toledano, director de la Escuela Nacional Preparatoria y director de la Universidad Gabino Barreda, fundada en 1933 y disuelta en 1936 a favor del Instituto Politécnico Nacional. En la corta existencia de la Universidad Gabino Barreda, Lombardo Toledano fundó la revista Futuro y la Revista de Cultura, en la que Carmen colaboraba escribiendo cuentos para niños. En el número de diciembre de 1933 de la revista Futuro, Carmen escribió una extensa y halagadora biografía de su abuelo: “Don Mariano Otero, el más brillante teórico del individualismo en México”[8].



Anexo aquí este pequeño fragmento en palabras de Rosa Margarita Nazarrett Guerrero, sobrina nieta de Carmen Otero, con una anécdota que nos hizo llegar por correo, como producto de haber leído el texto de Sandra Molina Arceo, al que ahora acompaña (AP)

 ***

Mi abuelita, mi tía Margarita y ella eran las menores de 13 hermanos. Mi madre se llamaba Rosa Margarita de Jesús Guerrero Otero, era hija de Javier Guerrero y Gama y Luz Otero y Gama, la coincidencia en los apellidos no es coincidencia, eran primos. […] Mi tía Carmen fue una persona con la que yo conviví de niña, y ya de grande un poco menos. […] Mi tía Carmen falleció unos años antes que mi mamá.

Mi tía me intimidaba un poco. Una vez, a mi hermana Joan le ofreció cosas, siendo Joan una niña; a cambio de que aceptara cambiar su nombre a Juana Inés. Mis hermanas fueron de sus sobrinas nietas consentidas, yo no; como dije, me intimidaba.

 […] Era una mujer con una personalidad muy muy fuerte, su forma de vestir y caminar era muy peculiar. Usaba trajes con falda, siempre vestía de traje , botines y guantes. Manejaba un Mercedes Benz (tenía más de uno e incluso un Rolls Royce). Era algo mandona, incluso con mis abuelos. Nunca tuvo hijos, al morir su esposo Luis Sahagún, quien practicaba la caza, conservó sus cenizas en un altar en su casa (en la calle de Londres en Coyoacán). Amaba los perros sobre todo los de cacería.

Su amistad con Teresa Puente y otros acontecimientos familiares, fueron motivo de separación entre sus hermanos y descendientes


Mariano Otero (1817 – 1850) fue diputado constituyente en 1842 y 1847, alcalde de la Ciudad de México en 1844, y se le atribuye, junto a Manuel Crescencio Rejón, la figura del juicio de amparo para la protección de las garantías individuales.  Paradójicamente, Carmen escribió, en 1937, “El amparo como un juicio de garantías colectivas”, publicado por la UNAM.


          Ambas, Carmen y María Teresa, abrazaban las ideas marxistas de los años cuarenta. En 1947, fueron ponentes en la mesa redonda de los marxistas mexicanos, representando al Grupo Marxista de la Universidad Obrera, dirigido también por Vicente Lombardo Toledano.


          En 1954, Carmen estuvo a cargo de la defensa del mayor Rosenberg, exiliado en México. Rosenberg había sido policía del gobierno de Jacobo Árbenz, presidente de Guatemala, caído después de un golpe militar en su contra, en  junio de ese mismo año. Estados Unidos, a través de su embajador Francis White, solicitaba al gobierno de México la extradición con base a acusaciones criminales. Estados Unidos esperaba que los gobiernos latinoamericanos dieran pruebas de estar en contra del comunismo respaldado por la Unión Soviética, y el presidente de México, Adolfo Ruíz Cortines, veía en la extradición la única forma de salvar a México de las represalias y la desconfianza de los estadounidenses[9].  La batalla legal se sostuvo hasta que Carmen logró que recibiera el estatus de refugiado político. Rosenberg fue liberado en 1955.


          La Escuela Nacional Preparatoria fue una institución de educación positivista, lugar para la élite mexicana y antesala obligada para el ingreso a la UNAM[10]. Los listados de nombres matriculados al tiempo de Octavio Paz dan cuenta de la alta representación que tuvo en la formación de hombres educados para dirigir y ejecutar los cambios que se desarrollaban en el país.


          También dan cuenta de esas catorce mujeres de las que Octavio Paz fue condiscípulo y de lo difícil que debió haber sido para ellas romper con el esquema del rol de la mujer de entonces y abrirse paso entre un mundo académico, social y profesional pensado para los hombres. Saber de ellas, indagar sobre su vida y obra profesional, también lo es. La poca o nula información que se puede rescatar es, sin duda, inversamente proporcional al valor de su paso por las aulas de San Ildefonso.


          Margarita Huerta Beltrán, obtuvo una cédula como profesora de educación Primaria. María de la Luz, Felicitas, Mari, María Luisa, María Guadalupe M., Rosa, María Guadalupe R., Elena, María del Carmen, Clara y María Teresa Z., alguien tendrá testimonio de su trascendencia en lo privado; en lo público, son el eslabón que nos une a las de ahora que hemos ganado tanto sin tenerlo todo, con las de antes que desconocían si algo les hacía falta.

 



NOTAS

[1] Diario Oficial del 26 de noviembre de 1868.

[2] Mílada Bazant, “La capacitación del adulto al servicio de la paz y el progreso” en Historia de la alfabetización y de la educación de adultos en México, México, COLMEX-INEA-SEP, tomo 2, 1994.

[3] Josefina Zoraida Vázquez, “Prólogo” en Valentina Torres Septién, La educación privada en México, 1903–1976, México, El Colegio de México. Centro de Estudios Históricos, 1997.

[4] M. Rocha, El álbum de la Mujer, México, INAH, 1991.

[5] Diario de debates de la Cámara de Diputados del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, lunes 22 de agosto de 1955.

[6] “Left-wing exile in Mexico, 1934-60“ en Actas del XVII Congreso Internacional de AHILA, Berlín, 9 al 13 de septiembre de 1914. Coordinado por Stefan Rinke.

[7] Demodratische Post, Periódico alemán que apoyaba el movimiento antinazi. 1943 – 1999.

[8] Revista Futuro. Bimestral. Dirigida por Vicente Lombardo Toledano. Diciembre 1933.

[9] Soledad Loaeza, “La fractura mexicana y el golpe de 1954 en Guatemala” en Historia mexicana, México, El Colegio de México. Vol. 6, Núm. 262. Octubre-diciembre 2016.

[10] Enrique Krauze, Octavio Paz. El poeta y la Revolución. México, Debolsillo, 2014.


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