En la mirada de otros

En la mirada de Ruy Pérez Tamayo

Año

1950

Lugares

Ciudad de México, México

Tipología

En la mirada de otros

Lustros

1950-1954

 

Ruy Pérez Tamayo (1924-2022), divulgador de la medicina y eminente historiador de la ciencia, fue un personaje imbuido en el ámbito cultural de su tiempo. La bibliofilia fue acaso el principal puente entre su vocación científica y figuras como la de Octavio Paz. En este extracto de sus memorias, Personas y personajes (FCE-COLNAL 2011), al hacer una remembranza de Edmundo Rojas nos ofrece un testimonio de aquel ambiente en el que se movía el poeta. (ELA)

 



Creo que casi todos los que estamos aquí conocimos a Edmundo Rojas, porque Ed murió en 1990, o sea, hace apenas dos años. Pero yo lo conocí desde fines de los cuarenta, o sea, hace más de 40 años, cuando regresó a México después de haberse hecho patólogo en Boston, bajo la dirección de Mallory de Farber, y de otros maestros igualmente distinguidos. Ed no sólo era un gran patólogo, sabio y cuidadoso en su profesión, sino que además (y en primer lugar) era un hombre interesado y cultivado en todas las artes. Yo viví en su casa durante 10 meses (entre que Franz se casó y yo me casé) y en ese lapso estuve rodeado por muebles exquisitos, antigüedades genuinas, cuadros originales maravillosos en todas las paredes (como el inolvidable Judas florido, de Reyes Mendoza, que mi futura esposa y yo tanto amamos, entre otros), la mejor música del mundo (el gusto de Ed se centraba en Vivaldi y los barrocos) y una atmósfera amena y cultivada, con gran predominio de la cultura italiana. En esos tiempos, ser amigo de Ed equivalía estar en el centro mismo de la cultura de la Ciudad de México: en una sola velada que fuimos al teatro (a ver una obra puesta por Seki Sano, Un tranvía llamado deseo) nos encontramos con Salvador Novo, con Octavio y Blanca Paz, con Salvador Elizondo y con Héctor Azar. Ed los saludó a todos con gran familiaridad y me los presentó, lo que fue un gesto generoso pero inútil. Pocos años después tuve oportunidad de establecer una relación directa con Salvador Novo, que culminó en que nos dio una conferencia en la unidad de patología del Hospital General, y una semana después nos invitó al Teatro de la Capilla, a comer (un “curry de los siete muchachos”) y a presenciar una representación más de Calixto y Melibea. Mis contactos ulteriores con el resto de los personajes mencionados han sido frecuentes y muy positivos, pero la primera vez que me tocó estar cerca de tales monstruos fue gracias a Ed. La verdadera vocación de Ed era la de millonario diletante de todas las artes, y en aquellos años (hablo de fines de los cuarenta) se dedicaba a ella en forma plena. Entonces era soltero, y aunque su sueldo como patólogo jefe del Hospital de Enfermedades de la Nutrición no le alcanzaba ni para comprarse corbatas, era socio de los Laboratorios Clínicos Frontera, en donde también hacía la patología, lo que debe haberle producido muchas canicas. Todos los años Ed se pasaba poco más de un mes en Europa, especialmente en Italia, y regresaba cargado de antigüedades, cuadros, tapetes, estatuillas y otras chácharas, así como regalos para sus amigos. Durante ese mes yo lo suplía en los Laboratorios Clínicos de Frontera, que entonces estaban en Havre 7, edificio que se derrumbó con el temblor de 1955, cuando también se cayó el ángel del monumento a la Independencia, en el Paseo de la Reforma. Con el tiempo, Ed concentró sus intereses artísticos en dos campos: la pintura religiosa y los tapetes orientales. Su casa era un verdadero museo de arte católico, con joyas de los siglos XVII a XIX provenientes de España, de Italia y de México, sobre todo pintura y escultura; además, también poseía una estupenda colección de tapetes árabes originales de todos los tamaños, que tapizaban, unos encima de otros, no sólo sus pisos sino también sus muebles, y todavía tenía muchos más enrollados y almacenados. Quizá algunos de ustedes todavía recuerdan las estupendas conferencias que nos dio en esta asociación, precisamente sobre tapetes orientales...

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