Conversaciones y novedades

El poema para mayo

Octavio Paz

Tipología

Poesía

 

Hermandad

Homenaje a Claudio Ptolomeo

Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea.
                    Octavio Paz
 


Nota del autor (12:675) 

En la Antología palatina aparecen dos poemas atribuidos a Ptolomeo (VII, 314 y IX , 577). W.R. Paton declara que no es posible determinar la identidad real de ese Ptolomeo (The Greek Anthology, The Loeb Classical Library, Londres y Cambridge, Mass., 1960). En cambio, para Pierre Waltz y Guy Saury es más que probable que el segundo epigrama sea realmente del gran astrónomo Claudio Ptolomeo (Anthologie Grecque, Les Belles Lettres, París, 1974). Hay en el poema de Claudio Ptolomeo una afirmación de la divinidad e inmortalidad del alma que es de estirpe platónica pero que revela también al astrónomo familiarizado con las cosas del cielo. Dice así: «Sé que soy mortal pero cuando observo la moción circular de la muchedumbre de estrellas, no toco la tierra con los pies: me siento cerca del mismo Zeus y bebo hasta saciarme el licor de los dioses —la ambrosía». Es hermoso que para Ptolomeo la contemplación consista en beber con los ojos la inmortalidad.

   


Notículas:

G. Sheridan

L'homme dit : Je suis Ptolémée…
-Hugo, “Les Mages”

Para acompañar el poema, registro algunas notas mías y, sobre todo, remito al esencial ensayo del clasicista Luis Arturo Guichard “La breve trascendencia: Octavio Paz y la Antología griega”. 

• “Hermandad” fue escrito en la primavera de 1975 y fue recogido en Árbol adentro, libro que reúne poemas de 1976 a 1988. En las Obras Completas –edición del autor en el Fondo de Cultura Económica– aparece en (12:112), es decir, la página 112 del volumen 12, Obra poética II (1969-1998).


 Hay una primera versión que figura en Memorias y palabras. Cartas a Pere Gimferrer. 1966-1997, en carta fechada en Cuernavaca el 24 de abril de 1975 (. Barcelona: Seix-Barral, 1999, p. 83). Paz se refiere a la gestación del poema, pero a partir de una lectura distinta. Escribe Paz:

Hace unos días, leyendo The Greek Anthology —un libro de Peter Jay:[1] al fin traducciones que hacen justicia a la extraordinaria modernidad de muchos de los poetas griegos— escribí este pequeño homenaje a Claudio Ptolomeo (la primera línea viene de un poema suyo, libro IX, 577):

Soy mortal: poco duro
y la noche es enorme.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
No leo su escritura,
sin entender comprendo.
También soy escritura
y me trazó la misma mano.

No es un poema cristiano. Entonces ¿estoico? ¿Tal vez?


• En mi libro Habitación con retratos inicié un repaso del tema:   

Paz practicó la “religión de las estrellas”, como la llama en Los hijos del limo. Pensó que la poesía es el origen del conocimiento religioso y filosófico; que de hecho es la substancia misma de la religión, esa poesía práctica, como dice citando a Novalis. Una substancia que remonta su genealogía al inicial estupor con que los humanos leyeron a las estrellas calígrafas, sus signos agrícolas, sus ritmos cronométricos y la autobiografía de las divinidades. 

Las estrellas son las primeras palabras del primer verso del primer poema que recoge Paz en sus obras completas, un “Nocturno” escrito en “Mixcoac a 19 de diciembre de 1930”. Comprehensible cosa en un joven que en las mismas fechas se declaraba un incipiente pitagórico, “partidario de música y escalas”. Los versos son neófitos (“Las estrellas: gotas de rocío/ en el pasto del firmamento”), pero augurales: el muchacho ha leído una correspondencia entre los mundos de arriba y abajo y ha percibido su unidad, algo que habrían sancionado Böhme o Swedenborg. No los ha leído aún, pero ya es su iniciación como bardo

El diálogo, o mejor dicho, el dúo que entonan las estrellas y sus émulos terrestres, es constante en su poesía. En prosa, investiga el tema en “Sílabas las estrellas compongan”, capítulo de Sor Juana Inés de la Cruz, o las trampas de la fe (5:108). Las palabras, dice en otro poema juvenil, “recorren su antiguo camino de estrellas” y el poema es una réplica del cielo en la página. Si un cuerpo de mujer es analogía del mundo, “en la noche tu sexo es una estrella”. Cuando escribe sobre Sor Juana, el cuerpo lácteo y lactante del eterno femenino es ya el universo entero: “la leche primordial se convierte en un vocabulario, el cielo estrellado es un lenguaje”. 

Esa experiencia fundacional sucede a la par de sus lecturas. En 1930 estudiaba la factura de poemas en Retórica y poética (1872), el manual de Narciso Campillo y Correa (1835-1900) que Paz halló entre los libros de su abuelo y guardó cerca de sí siempre. ¿Habrá subrayado ahí que la literatura “nos hace contemporáneos de todos los siglos y ciudadanos de todos los pueblos”, como declara don Narciso? Lo que sí es seguro es que en ese libro leyó el “Himno a la Divinidad” del presbítero Juan Arolas (1805-1849) que comienza:

Señor, tú eres Santo: yo adoro, yo creo;
tu cielo es un libro de pájinas bellas,
do en luces tranquilas mi símbolo leo,
que escribe tu mano con signos de estrellas…


• El poema original de Ptolomeo, que forma parte de su Astronomía, es este:

Quizás la primera traducción fue la que hizo al latín en el XV, el muy erudito obispo Niccolò Perotti:

Mortalem video me esse, et ?rmum male; sed cum
         astrorum spiras scrutor utrinque citas,
non etiam terram pedibus contingo, sed ipso
        cum Iove divina repleor ambrosia.

  Y luego, en el XVII, ni más ni menos que Johannes Kepler en su Mysterium Cosmographicum:

Quotidie morior, fateorque; sed inter Olympi
Dum tenet assiduas me mea cura vias,
Non pedibus terram contingo: sed ante Tonantem
Nectare, divina pascor et ambrosia.

La base de las traducciones actuales al inglés es la del XIX de J.W. Mackail en su Select Epigrams from the Greek Anthology:

I know that I am mortal, and ephemeral; but when
I scan the multitudinous circling spirals of the stars,
no longer do I touch earth with my feet, but sit with Zeus himself,
and take my fill of the ambrosial food of gods.
 

La posterior versión de Paton (volumen 3, p. 321) es apenas diferente:

I know that I am mortal, a creature of the day; but when
I search into the multitudinous revolving spirals of the stars
my feet no longer rest on the earth, but, standing by Zeus himself,
I take my fill of ambrosia, the food of the gods.

En francés hay varias versiones, a veces divertidamente contradictorias. La más citada es esta:

Je sais que je suis mortel, créature d'un jour; mais quand
je cherche dans la multitude des spirales tournantes des étoiles,
mes pieds ne portent plus sur la terre et je me trouve
près de Zeus lui-même. Je m'enivre d'ambroisie, la liqueur des dieux.

La versión en español que salta de inmediato en la internet parece hecha por una computadora sobre la versión al inglés de Mackail:

Yo sé que soy mortal y efímero, pero cuando
investigo las frecuentes espirales en círculo de los astros
yo no toco la tierra con los pies sino que junto al propio
Zeus me sacio de ambrosía, alimento de los dioses. 

También encontré en una revista colombiana, Bolívar, una graciosa versión cristiana, sucinta, rimada y medida… ¿de quién?

Yo soy mortal y efímero, mas cuando
la órbita de los astros examino
me levanto del polvo de la tierra,
subo hasta Dios y tórnome divino. 

La versión que cita Paz en su Nota parece haber sido hecha por él a partir de la versión al inglés de Jay. La más certera en español es la de Guichard:

Sé que soy mortal y efímero, pero cuando de los astros
           contemplo las apretadas espirales en rotación
no toco más la tierra con los pies, sino que junto al mismo
           Zeus saboreo la ambrosía reservada a los dioses.


El poema de Paz puede leerse de miles de maneras. ¿Cuántas? Le pregunté a mi amigo el poeta y matemático Pedro Poitevin y me contestó lo siguiente:

El razonamiento es simple: hay ocho posibles primeros versos. Una vez elegido el primer verso, hay siete versos que pueden ocupar la segunda posición. Así que si hubiera sólo dos versos en el poema, habría un total de siete posibilidades de verso final por cada verso inicial, y como hay ocho posibilidades de verso inicial, hay un total de 8 x 7 poemas de longitud 2.

Una vez elegidos los primeros dos versos, hay seis posibilidades para el tercer verso, cinco para el cuarto, y así sucesivamente. La fórmula es

8 x 7 x 6 x 5 x 4 x 3 x 2 x 1

Que se abrevia 8! (así, con el signo de exclamación), y se pronuncia "ocho factorial". Y… 8! = 40320. 

De esas posibles 40 mil 320 lecturas, ¿cuál le gusta a usted? (aceptando, desde luego, que la primera es la mejor). 

(Son pocas, si se comparan a las 1014 combinaciones que genera el soneto Cien mil billones de poemas de Raymond Queneau, que a su vez son pocas ante el cálculo de las estrellas que, en el cielo conjeturable, escriben su eternamente corregida y aumentada página...)



NOTAS

[1]The Greek Anthology and Other Ancient Greek Epigrams (Oxford University Press, 1973). (G.S.)