Conversaciones y novedades

Octavio Paz en Romance: Una entrevista recuperada

Año

1940

Tipología

Entrevistas

Temas

Los inicios del poeta (1936-1943)

 

Romance: revista popular hispanoamericana fue una revista literaria publicada en México entre 1940 y 1941, cuyo consejo editorial estaba compuesto mayoritariamente por escritores españoles exiliados. Entre las figuras destacadas del consejo de redacción destacan nombres como el de Adolfo Sánchez Vázquez, Juan Rejano y, en su última época, el narrador mexicano, Martín Luis Guzmán.

En el número 7, publicado en mayo de 1940, la revista lanza una encuesta dirigida a escritores, intelectuales y lectores al respecto de las preocupaciones culturales de la época. Recuperamos para este espacio las respuestas brindadas por Octavio Paz en el mismo número. Desde la edición facsímil de la revista de 1975, este material no ha sido reeditado.

Le agradecemos a la red de revistas Péndola el haber compartido el texto aquí transcrito. (ELA)




1.- ¿Cuáles son las relaciones entre la mentira y el arte?

La cultura es, ante todo, idioma. Quiero decir, comunicación y convención, palabra y mito: mentira. La mentira de la cultura es una mentira moral o moralizadores: explica, justifica, con[rotura del documento] a la naturaleza. Pero el arte no [rotura del documento] el lenguaje y la metáfora, a disculpar o perdonar a la vida, sino a engañar. La mentira del arte es una mentira absoluta y desinteresada, vale decir, trágica. Su objeto es la expresión de la experiencia, no su explicación.

2.- ¿Cómo definiría usted las características de la literatura posterior al movimiento surrealista?

El arte barroco —como el neoclásico, aunque en otro sentido— subraya el elemento expresivo, el elemento lenguaje, por una especie de desconfianza en la eficacia de la palabra. La mentira invisible del arte sano se substituye por una mentira que se sabe mentira. Todo mundo está “en el secreto”. El engaño total y trágico se convirtió en engaño virtuoso. Y a este virtuosismo de la sensualidad fatigada y de la expresión gastada no sucedió una salud, sino un frenesí. El romanticismo huye de la lucha que en el arte libran la verdad y la mentira, la experiencia y la palabra, el romanticismo, más que la desconfianza en la razón es la desconfianza en el lenguaje y, más que la victoria de los sentimientos, la derrota de la expresión. El surrealismo no ha hecho más que continuar lo que el romanticismo inició; ahora, abandonado por las “musas moderadoras” —las musas del lenguaje— ha caído en la literatura. Es decir, en un lenguaje hecho de lugares comunes.

            Un arte nuevo será un arte distinto y hasta contrario al de los últimos tiempos. Será —como en Baudelaire, como en Nietzsche— un arte lúcido. O, para decirlo en palabras de este último, “trágico”.

3.- ¿En cuál de las bellas artes se ha logrado expresar mejor el espíritu de nuestra época?

Si procedemos por eliminación será mejor. Nuestro tiempo no se ha expresado en la escultura, ni en el teatro, ni en la religión, ni en la vida —hemos olvidado el arte de vivir— ¿En la música, en la pintura, en la poesía? Quizá en esta última.

4.- A su juicio, ¿cuál es la diferencia más significativa entre el espíritu del Renacimiento y el de nuestro tiempo?

No sé si esta sea la más importante, pero es la que veo mejor: el Renacimiento es una época de mediodía. la nuestra de crepúsculo. El Renacimiento es un período de ojos, un ciclo todo ojos; el nuestro se singulariza por la preeminencia del tacto, sentido tutelar de los ciegos. Y, por la virtud de los ojos, el Renacimiento es una época de visiones y de grandes solitarios, que se gozan en serlo. La nuestra, por el contrario, bajo el signo del tacto, es una época de contactos: de hombres que se pudren en la soledad y sueñan con la comunión.

5.- ¿Considera usted ciertos acontecimientos actuales como una amenaza para la cultura? En caso afirmativo, ¿de qué manera podría realizarse ampliamente su defensa activa?

La cultura siempre se ha defendido sola. Pero la duda de la cultura acerca de sí misma —es decir, la crítica de la razón, que ha substituido a las construcciones de la razón— es un síntoma de que en esta vez no se defenderá la cultura de la razón: porque no tiene razón. La “defensa de la cultura”, sin embargo, es la defensa de “otra cosa”: la defensa de aquello que le “cumpla a la vida clo que ella le promete”.

6.- Díganos usted su secreto.

Todos andamos en busca de confesores para confiarles nuestros secretos. Pero el secreto grande nadie lo ha dicho nunca. O nadie lo sabe o ya todos “estamos en el secreto”.

7.- ¿Qué verso recuerda usted que le parezca más inaceptable?

Este, maravilloso y cruel, inaceptable, pero cierto, de Esquilo:

            “No es posible que escape a la Necesidad”. 

Artículos relacionados