Correspondencia

"Nuestro país es duro..." Una carta de Octavio Paz a Juan García Ponce

Octavio Paz

Año

1961

Tipología

Correspondencia

 

Unos meses antes de ser enviado a la India, Octavio Paz, secretario de la embajada de México en París, le escribe al joven Juan García Ponce (22 de septiembre 1932 - 27 de diciembre de 2003) esta carta sobre la cultura en México, tan vigente hoy, sesenta años más tarde, como entonces... (GS)    



París, a 31 de enero de 1961

Querido Juan:


     Quise contestar inmediatamente tu carta. Pero, con la idea de escribirte con calma, aplacé la respuesta. El resultado lo tienes a la vista: debo borronear de prisa estas hojas. Tarde y mal. Perdóname.

     Me imagino que se te habrá pasado la murria. El “tiempo” epistolar es una convención: ahora te escribo, pensando en el Juan que me escribió una carta angustiada; la recibirá otro Juan, quizá lleno de alegría, que al leerme pensará en un Octavio —el de esta carta— que ya habrá dejado de ser y que, no sin extrañeza, recibirá dentro de un mes, una carta de un Juan, etc., etc. Así, prefiero no pensar en el tiempo y contestarte con llaneza.

     Es absurdo pensar que puedo enojarme contigo. Mi carta “oficial” fue una tontería, mejor dicho, un descuido, de mi secretaria; al firmarla le pedí que la apartase, para agregarle, a mano, un saludo. Recogió la correspondencia “firmada” (perdona la jerga) y cuando reclamé tu carta (y las de los otros dos colaboradores) me contestó que ya se habían ido al insondable buzón. Así pues, nada ha variado.

     Lo que me cuentas de México no me regocija. Sí, nuestro país es duro. Y la gente con la que tenemos que tratar (el llamado “mundo intelectual”, compuesto por profesores estrechos, periodistas, “ideólogos” y altos burócratas) no es muy favorable al pensamiento desinteresado. En México (y en casi todo el mundo: seamos justos) se ve con desconfianza (y a veces con odio) a todo lo que no tiene utilidad inmediata. Nuestros países quieren “progresar” y de ahí que todo deba ser “útil”: la literatura, la ciencia, la pintura, etc. Por ejemplo, no están contra Tamayo porque no lo entienden (tampoco entendían a Rivera y aún no entienden a Orozco) sino porque no es “útil”. El arte debe ser educativo, pedagógico, moral. [José] Gorostiza (el bueno) como poeta es inútil y por eso ninguno de los políticos y “expertos en cuestiones internacionales”, que lo admira como diplomático, ha leído “Muerte sin fin”. Algunos ignoran que es el autor de ese poema; otros, que han hojeado el libro, lo consideran un capricho, una locura de juventud. Este prejuicio de la “utilidad” explica que se condene sin apelación, en el suplemento de [Fernando] Benítez o en el Diorama,[1] a todo lo que no comprenden: si el arte es difícil, no es útil, no es aprovechable para las “masas” (abyecta palabra). Vivimos bajo la dictadura benévola de los semicultos, llenos de buenas intenciones. Claro que en la realidad esas “buenas intenciones” no son sino caretas para poder oprimir mejor a todo el mundo, empezando por las desdichadas “masas”. El tono solemne de la cultura oficial mexicana (en su versión roja de escritor revolucionario o en su ala blanca y condecorada de humanismo rimbombante a la Torres Bodet) se debe a que ninguno de ellos quiere decir la verdad (eso es escribir: tratar de decir algo que sea cierto de veras) sino lo útil, lo conveniente, lo benéfico. Unos te pintan un México agonizante y devorado por el imperialismo yanqui (nuestro espantajo moderno, como España fue el de nuestros abuelos) —aunque listo a resucitar y realizar la revolución verdadera; otros, un México de chistera que marcha hacia el progreso. A ninguno les interesa el verdadero México. A nosotros quizá tampoco nos interese (al menos como artistas); a nosotros nos interesan los mexicanos —unos cuantos, a los que conocemos y que se llaman Pedro (Páramo) o Joaquín o Margarita o Blanca. Es natural que no te publiquen, por “falta de espacio”, en Novedades. Lo extraño es que antes te hayan publicado. Cuando lo hacen (a mí y todos nos pasa lo mismo) es para “equilibrar la balanza”, para “guardar las apariencias”. ¡Las “apariencias”: palabra que es la llave de todo ese México intelectual y gubernamental! El artista, por definición, no es el perro guardián de las apariencias sino el que enseña la verdadera cara que esconden esas famosas apariencias.

     Lo de Poesía en voz alta es triste. Pero seamos francos. Cierto, toda esa gente odiaba a Poesía en voz alta con el odio del burgués (en el antiguo sentido de esta pobre palabra, es decir, del hombre satisfecho de su infecta y dorada realidad) pero ¿no crees que nuestros amigos hicieron todo lo posible por ayudar a los asesinos? No me refiero sólo a las provocaciones de Juan [Soriano] —la provocación en arte es un buen sistema, a condición de no ceder o atemorizarse ante la reacción que suscita— sino a otras muchas cosas: dinero mal gastado, manías mundanas de Juan y Diego [de Meza], obras mal escogidas, en fin, cierta frivolidad estética —mejor dicho, cierto esteticismo que ni tú ni yo podemos compartir. Dicho esto (y hay que decirlo, al menos entre nosotros) si Poesía en voz alta desaparece, será una pérdida en verdad importante. Era, en materia de teatro, lo único que había. ¿Pero no podrán surgir nuevos grupos? ¿Qué hace Alejandro [Jodorowsky]? ¿Y [Juan José] Gurrola?

     ¿Y tú? ¿Escribes? No te desanimes. Estoy seguro de que tú harás algo. Tú no te puedes imaginar la distancia que hay (no hablo del ser profundo sino de la “expresión” de ese ser, de su manera de manifestarse ante el mundo, es decir, de su crecimiento espiritual e intelectual) entre el Juan que yo conocí hace años en El Caballito y el Juan de ahora. Creo que tu estancia en Nueva York debe prolongarse. Y ojalá que pudieses dar el salto. Un año en Europa (sobre todo en París) te haría mucho bien. No sólo para adquirir (eso se puede hacer desde México) sino para aligerarse de cosas. Desaprender. Los mexicanos sabemos muchas cosas inútiles y se nos han olvidado las esenciales.

     Saludos a Meche [Oteyza de García Ponce]. Y para ti, un abrazo de

Octavio


Acabo de publicar Libertad bajo Palabra (Obra poética; 1935-1957). Viejo título que, me parece, expresa bien toda esa época mía. Supongo que el Fondo te enviará un ejemplar (tu nombre estaba en la lista que les envié). En caso contrario, dímelo para tratar de mandarte un ejemplar.

O.P.




[1] El de Benítez es México en la cultura, suplemento del diario El Nacional, o ¿ya sería La cultura en México  en la revista Siempre!? (el cambio fue en 1961). El Diorama de la cultura era el suplemento del diario Excélsior.