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El Premio de la Crítica Española, Barcelona 1977

Ángel Gilberto Adame

Año

1977

Lugares

Barcelona

Personas

Gimferrer, Pere; Scherer, Julio

Tipología

Historiografía

Temas

La consolidación de la figura: Vuelta, encuentros y desencuentros (1976-1991)

 

Vuelta, Barcelona, Seix Barral, 1976

En marzo de 1977, Octavio Paz fue declarado merecedor del Premio de la Crítica Española por su poemario Vuelta (1969-1974), que recoge poemas escritos después de Ladera Este.

     Ese premio es otorgado por la Agrupación Nacional de Libreros de España desde 1955, cuando fue creado para celebrar obras publicadas en el año anterior. Primero sólo eran elegibles escritores de lengua castellana, pero, en 1976, tras la muerte de Franco, se incluyó a autores en catalán, gallego y euskera. Además, al terminar el Franquismo, el reconocimiento podía ser también para escritores de cualquier nacionalidad, siempre y cuando hubieran sido publicados por una editorial española.

     En 1977, las deliberaciones se realizaron en Sitges, Cataluña, el 23 de marzo, con un jurado compuesto por más de treinta críticos literarios de Madrid y Barcelona, como Pere Gimferrer, José Luis Cano, Guillermo Díaz-Plaja y Federico Sáinz de Robles. Entre las obras que concursaban por el Premio estaban las novelas Barrio de Maravillas, de Rosa Chacel; La buena muerte, de Alfonso Grosso; El beso de la mujer araña, de Manuel Puig; así como los libros de poesía Vuelta, de Paz; Dad este escrito a las llamas, de Enrique Badosa; El año sabático, de Alfonso Canales; Los círculos del infierno, de Jorge Justo Padrón; El vuelo de la celebración, de Claudio Rodríguez; Memorial de la noche, de Carlos Sahagún; y Cita con la vida, de Carmen Conde. [1]

     Uno de los jueces, el crítico Juan Ramón Masoliver, narró las discusiones:

Para una decena de obras seleccionadas en que había quedado el capítulo de la narrativa en castellano, se entiende lo complejo de conseguir aunar criterios entre los casi treinta votantes. No debiera dar nombres de «finalistas», pues tratándose de certamen en que no hay presentación de obra por parte de su autor, sino que el jurado parte de todas las editadas el año precedente, estaría mal publicar graduatorias. Más, tratándose de autor argentino, no suene a indiscreción el hecho de que, manteniéndose en cabeza a lo largo de las votaciones, cayera por escaso margen —liquidado el comodín hasta entonces utilizado para votar en contra—, en la última mano. «Barrio de Maravillas», de la veterana Rosa Chacel, vallisoletana, cuyos méritos no es menester subrayar aquí, le pudo [ganar], pues, [a] «El beso de la mujer araña», del argentino Manuel Puig. Muy igualadas fueron, también, las cosas en poesía donde la mayoría se pronunció, en cambio, por «Vuelta» (Seix Barral) del gran poeta mexicano Octavio Paz. [2]

El 26 de marzo se anunciaron los ganadores. Cabe destacar que en esa ocasión se apostó por el experimentalismo. Así lo apunta una nota de ABC, que describió la obra paciana de la siguiente manera: "Destaca en Vuelta por encima de su objetivización ideológica, la nítida textura de un poeta suspendido del hilo verbal que se levanta desde la propia grafía, desde el mismo fonema. En buena hora llega a España. Puede activar y renovar los modos léxicos y estructurales de nuestra poesía". [3]

     Mientras la crítica española reconocía a Paz, en México la situación era distinta, puesto que la relación del poeta con el Gobierno había aumentado en tirantez. En 1976, el poeta había apoyado a Julio Scherer y denostado el golpe contra el periódico Excélsior. A su vez, López Portillo había nombrado al expresidente Díaz Ordaz embajador de México en España. En ese entorno, Paz le agradeció a Pere Gimferrer su intervención en este galardón:

Me dio una gran alegría el premio para Vuelta.  No, no es un premio "menor". España cuenta mucho para mí. Y cada día más. La noticia no apareció en los periódicos mexicanos, salvo en uno y perdida en una página interior. A mí me extrañó al principio este mutismo, ya que eran los días del anuncio de la reanudación de las relaciones y los diarios daban una gran importancia a todo lo que venía de España. El misterio se aclaró pronto: sin duda por indicación de arriba (o por servilismo) no quisieron mencionar que se había premiado en España un libro mío precisamente en el momento en que el Gobierno de México designaba como nuestro primer embajador a Gustavo Díaz Ordaz, el hombre de Tlatelolco. Sabrás que renunció Carlos Fuentes. Un gesto digno y que desarmará a sus enemigos y envidiosos. Al principio, los diarios —siguiendo la misma táctica que con el premio— no indicaron la causa, escudándose en que Relaciones Exteriores no había dado los motivos de la renuncia. A su vez, el nombramiento de Díaz Ordaz fue saludado con entusiasmo por la unanimidad de la prensa, la radio y la televisión. Ni una palabra sobre Tlatelolco, ni una voz de crítica. Ésa es la democracia mexicana. [4]

La cena de premiación fue el 22 de abril. El Gremio de Libreros, anfitrión de la gala, iba a entregar placas de plata a los ganadores; sin embargo, Paz no pudo asistir, ya que se encontraba en camino a recibir otro reconocimiento: el Premio Jerusalén. Aunque el poeta no pudo estar presente, el 23, en la Diada de Sant Jordi, Vuelta estaría de pie frente al público en los anaqueles de las librerías de toda la península, acompañado de una rosa.




[1] "Hoy comienzan en Sitges las deliberaciones de los premios de la crítica", ABC, 23 de marzo de 1977, p. 35.

[2] Juan Ramón Masoliver, "Concesión de los Premios de la Crítica para obras editadas en 1976. Se otorgaron a escritores y poetas en lengua castellana, catalana, gallega y vasca", La Vanguardia, 29 de marzo de 1977, p. 29.

[3] "El Premio de la Crítica apuesta por el experimentalismo", ABC, 29 de marzo de 1977, p. 43.

[4] Carta de Octavio Paz a Pere Gimferrer, Ciudad de México, 7 de abril de 1977.



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