En la mirada de otros

En la mirada de Ulalume González de León

Ulalume González de León

Año

1998

Tipología

En la mirada de otros

 

Ulalume González de León

Ulalume Ibáñez Iglesias (20 de septiembre 1932- 17 de julio 2009) nació y creció en Montevideo en el seno de una familia letrada, por lo que conoció de joven a Rafael Alberti, a Juan Ramón Jiménez y a Gabriela Mistral. En 1948 contrajo nupcias con el arquitecto mexicano Teodoro González de León, y desde entonces firmó su obra con su apellido, aún después de su divorcio.


          En México fue miembro del comité editorial de las revistas Plural y Vuelta y amiga de Octavio Paz, quien comentó alguna vez: “Pobre Ulalume: así la bautizaron su mamá y su papá, dos ilustres poetas uruguayos. Ella lleva el nombre con tranquilidad, no se sabe si por resignación o por inconciencia”.[1]


          Le interesaba a Paz su poesía “aguda y enterada” y dijo que “para ella el lenguaje no es un océano sino una arquitectura de líneas y transparencias, […] pero el ritmo poético que los mueve no es un oleaje sino un preciso mecanismo de correspondencias y oposiciones. Al oírlos, los vemos: son una geometría aérea”.[2]


          Las siguientes líneas, extraídas de La Gaceta[3], enmarcan cómo Ulalume González de León vivió su amistad con Octavio Paz. (AGA)


I

No puedo ni olvidar ni ignorar el pasado. Conocí a Octavio Paz —acudí a la Embajada de México en París para conocerlo— hace ya medio siglo. Poco después se produjo el reencuentro, en los primeros años de la década de los 50, cuando Héctor Mendoza me invitó a participar como actriz en el grupo "Poesía en Voz Alta", recién integrado por él, Paz y Juan Soriano. El segundo contacto con nuestro poeta se estableció cuando le envié mi primer libro, los cuales de A cada rato lunes, que me valieron ser invitada poco después a formar parte de la revista en cierne Plural. Unos dos meses antes de que saliera su primer número, estuve asistiendo a las reuniones preliminares celebradas en la calle de Galeana, San Ángel, donde también vivía y sigo viviendo yo. Octavio me encargó en seguida que me pusiera a trabajar en la traducción del largo poema-cuento de Lewis Carroll titulado La caza del Snark y en una presentación de esta obra para el número 2 de Plural. Así comenzó mi trabajo con él, que se prolongaría en Vuelta para durar… ¡25 años!

 

II


No quiero extenderme aquí sobre la infinidad de trabajos que publiqué en esas revistas: poemas inéditos de cuatro libros míos; ensayos sobre cuantos temas me propuso Octavio, ilustrados por textos de sus autores, de cuatro lenguas en traducciones mías; y los juegos de La vida aleve, de los que habría tanto que decir. Sólo quiero hablar aquí de quien fue mi amigo durante tantos, tantísimos años de mi vida. Lo haré brevemente, sin tiempo además para corregir estas páginas que me pidieron anoche y entrego esta mañana a La Gaceta. Y lo haré de dos maneras: primero, con unas líneas súbitamente recordadas que él dedicó a otro poeta poco después de su muerte; y luego con un poema nuevo, hecho hace un rato, con palabras usadas antes en uno de mis libros.


          Le podría yo decir a Octavio Paz lo que él dijo a Jorge Luis Borges en esa lúcida evocación del recién fallecido y excepcional poeta argentino que, bajo el título de "El arqueo, la flecha y el blanco", incluiría luego en Convergencia (Seix Barral, 1991, pp. 60/74):


Desde que nacemos, esperamos siempre la muerte y siempre la muerte nos sorprende. Ella, la esperada, es siempre la inesperada (…) No importa que Borges haya muerto a los ochenta y seis años: no estaba maduro para morir. Nadie lo está, cualquiera que sea su edad (…) Hoy Borges ha vuelto a ser lo que era cuando yo tenía veinte años: unos libros, una obra (…) Eso, creo, es la muerte: lo inesperado en lo esperado.

 

III

PARA OCTAVIO (1914-1998) 

Ah
que nos pasáramos la muerte
entre la vida y la muerte
como nos pasamos la vida
Que tuviera nuestro polvo
accesos de luz
como conoce nuestra carne
accesos de tinieblas
Que más allá de nuestro canto
de hoy, interrumpido
por cortocircuitos de ausencia,
nos esperara un silencio roto
por chispas de pensamiento
por relámpagos de amor.

27/IV/98




[1] Octavio Paz a Charles Tomlinson, 31 de agosto de 1973.

[2] Octavio Paz, “Poesía para ver: Ulalume González de León” en Obras completas IV, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 330.

[3] Ulalume González de León, “Para Octavio Paz” en La Gaceta, México, Fondo de Cultura Económica, junio-julio de 1998, pp. 43 y 44.