Fernando Uribe Moycat
Tipología
Novedad
En 1880, México se preparaba para las elecciones
presidenciales más importantes de su tiempo. Porfirio Díaz había cumplido su
palabra y dejaría el poder; por desgracia, existían pocos candidatos con la
misma popularidad o impulso que el caudillo de Tuxtepec. Peor aún, se temía que
el partido porfirista designara a un candidato inepto, que únicamente fungiera
como marioneta de Díaz. Ireneo Paz, durante aquellos meses de incertidumbre
electoral, emprendió uno de los esfuerzos más importantes de su actividad
política como civil: organizar un club político que impulsara la candidatura de
un opositor. El elegido sería el zacatecano Trinidad García de la Cadena,
militar que se había distinguido desde la Intervención francesa.
Para promover a García de la Cadena, Paz organizó el
Club Sufragio Libre y Constitución. Entre las múltiples adhesiones que recibió,
se encontraba la del tapatío Jesús del Castillo Dávalos (1848-1906), conocido músico
de orquesta sinfónica, quien compuso un himno para que sirviera a la causa.
Así, el 13 de marzo, en las páginas de El Padre Cobos, Paz compartió la
composición “Marcha García de la Cadena”, dedicada a él por ser el presidente
de dicho Club y que, a su vez, éste regalaría a todos los lectores de su
satírico periódico al incluir la partitura.
Es una obra compuesta en la tonalidad de Mi bemol
(Eb), presenta en su estructura tres principales movimientos con una forma:
Intro- A- A’- B- B’- A- A’.
1. Introducción: Movimiento continuo, forte y que da
para el ataque técnico con silencios que crean una atmósfera expectante.
2. Desarrollo del tema: Corte marcial, propiamente de
marcha a 90 bpm’s. Gran influencia del folklor mexicano y de la región europea
del este.
3. Variación con cambio de tonalidad a la IV
ascendente (Ab): Una variación que muestra propuestas atonales y con un
carácter de tensión y vista al interior que lleva a una reflexión en el
lenguaje musical.
La marcha de Jesús del Castillo fue compuesta en el
último cuarto del siglo XIX, momento en el que el romanticismo musical se encontraba
en su etapa posterior y el nacionalismo europeo estaba en auge. Se nota en el
tema principal la alegoría mexicana, sin embargo, la musicalidad de la pieza la
rige la técnica pianística europea con influencias como la de Franz Liszt y
Béla Bártok.
En esa época los músicos mexicanos buscaban terminar
de consolidar las herencias españolas y flamencas a través de sonidos más
nacionales, en dicha búsqueda sonora es cuando se comienza a experimentar para
establecer el nacionalismo. Mientras que otros autores contemporáneos, como
Ricardo Castro, apuestan por seguir con influencias de Chopin, para Jesús del
Castillo la propuesta se aproxima más a la modernidad de la época, ofrecer una
propuesta más innovadora, variada por disonancias y hecha para un oído
vanguardista. Las marchas, después de todo, son las composiciones de la música
“culta” más populares de aquella época en nuestro país, son las piezas de moda
gracias a los continuos enfrentamientos militares que acompañan a México
durante todo el siglo XIX.