Ricardo Cayuela Gally
Tipología
Conversación
Octavio Paz. Un camino de convergencias, de Juan Malpartida, Fórcola Ediciones, Madrid, 2020, 262 pp.
La clave del trabajo de Juan Malpartida es la poesía, de la que se
desprende, como las capas de la cebolla, el resto de sus creaciones (es,
además, narrador, crítico literario, ensayista y editor). Pese a su buen oído,
o quizá por ello, Malpartida es un poeta que tiende al verso libre e incluso al
prosaísmo. Hijo de Ángel Valente, Antonio Machado y Jaime Gil de Biedma, esta
heterogénea formación de sus mayores españoles, todos hijos de la escuela
realista, se complementa con una lectura atenta de los poetas ingleses (es
traductor, por ejemplo, junto con Jordi Doce, de T.S. Eliot), de la poesía
moderna en su estación francesa y de la tradición hispanoamericana, tan
despreciada o desconocida en la península. Por ello, no podía estar en mejores
manos la revista institucional Cuadernos Hispanoamericanos, dedicada a tender
puentes, desde España, entre las culturas que hablan español a ambas orillas
del Atlántico. Su figura tutelar, tanto en el impulso ensayístico como en la
visión de la poesía, es Octavio Paz, con el que trabó una temprana amistad y
una fluida conversación, solo interrumpida por la muerte de Paz.
Por eso es de celebrarse que Juan Malpartida publique ahora un
volumen de ensayos sobre Octavio Paz que le permiten saldar una vieja deuda de
honor intelectual: Octavio Paz. Un camino de convergencias, publicado por
el sello Fórcola Ediciones, casa editorial independiente, dedicada al ensayo
literario de calidad y dirigida por Francisco Javier Jiménez. Ya en esa editorial
había publicado Malpartida, en 2018, un notable libro sobre Machado.
Octavio Paz. Un camino de convergencias reúne algunos ensayos ya publicados a lo largo de los años, pero
están trabajados para lograr una interpretación íntegra de la vida y, sobre
todo, de la pasión creativa (y crítica) de Octavio Paz. Una idea parece regir
todo el empeño: revindicar el lugar que merece Paz como uno de los grandes
pensadores y poetas de la historia de la literatura, lugar que se le ha
regateado, pese al Nobel, de manera mezquina e injusta, por prejuicio o mala
fe. Por ello, Malpartida afirma que si El arco y la lira, el mejor libro
de poética escrito en español, lo hubiese escrito Eliot, se estudiaría y
citaría de manera extensa, sería un clásico que incluso se estudiaría en las
universidades.
Para Malpartida, el pensamiento de Octavio Paz no se puede reducir
a una fórmula ni a un método, como tantos celebrados pensadores contemporáneos,
y la única forma de descubrirlo es recorrer el camino de leerlo, donde hasta el
más distraído regresará con las alforjas llenas de ideas y de relaciones
insospechadas entre autores, culturas y tiempos históricos.
Malpartida, a diferencia de muchos de los intelectuales españoles,
conoce bien México, como territorio, como singularidad cultural de Occidente y
como tradición poética. Por eso entiende a Paz en su código vital, en su
circunstancia, y puede citar con la autoridad de la lectura asimilada lo mismo Muerte
sin fin de Gorostiza que el Primero sueño de sor Juana. Pero también
tiene la modestia intelectual de reconocer sus limitaciones en ciertas
interpretaciones, ante la complejidad de las diversas capas tectónicas de las
que está hecha la cultura en México. Por eso cita con probidad a Enrique Krauze
cuando interpreta la relación entre la vida de Paz y su visión de México en El
laberinto de la soledad, o a Guillermo Sheridan y Christopher Domínguez Michael en
el esbozo biográfico que hace del poeta.
Un camino de convergencias estudia la
compleja relación de Paz con el lenguaje, la conciencia de los límites de la
palabra para expresar lo deseado y su capacidad, al mismo tiempo, de cuestionar
esa expresión y esos límites. También analiza al Paz estudioso de la poesía
moderna, y al Paz poeta él mismo, que parte del romanticismo y atraviesa la
poesía moderna para recalar en el surrealismo y reaparecer ligero con la
tradición oriental. Para Malpartida, por ejemplo, Blanco, el gran poema
vanguardista de Paz, la obra junto a El mono gramático más osada, es la
respuesta de Paz al desafío lanzado por Mallarmé en “Un golpe de dados no
abolirá el azar”. Además, aborda el rol de Paz como interlocutor del mundo; no
como un comensal más, sino como director de orquesta de muchas de las
conversaciones intelectuales de nuestro tiempo. Y, de nuevo, plantea la
dificultad de clasificar su pensamiento, que nunca renunció a las ideas de
justicia social, sin anteponerlas, eso sí, a un valor más alto, el de la
libertad.
Una virtud del libro de Malpartida es que no se centra sólo en una
obra para entender la postura de Paz sobre un tema, sino que estudia los
diversos títulos que gravitan en torno a una materia determinada. México no es
sólo El laberinto de la soledad, sino Postdata, El ogro
filantrópico, la nueva edición del Laberinto con la entrevista de
Claude Fell, etcétera. Esto le permite a Malpartida un acercamiento no sólo
diacrónico sino sincrónico a las principales preocupaciones de Paz. Lo mismo
hace al mezclar, en su aproximación, la poesía con la prosa y los libros
canónicos con cartas en los escasos volúmenes de correspondencia publicados
hasta la fecha. Así hace con su relación con Oriente, en particular con la
India, y con el Paz crítico de arte. El libro tiene otra virtud: recorre los
principales aportes de los clásicos sobre un tema para valorar mejor la
originalidad de Paz al pensamiento universal. Así, revisa La llama doble
a la luz de Sade, Denis de Rougemont, Charles Fourier, Geroge Bataille o André
Breton.
El libro termina con un regalo valioso: la entrevista que el joven Malpartida le realizó, en 1988, al poeta en su casa de Reforma sobre la poesía en lengua española. El libro, pues, termina con la voz de Paz, más viva que nunca.