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El primer poema: "Juego"

Octavio Paz

Año

1931

Tipología

Poesía

Temas

Los años en San Ildefonso

Lustros

1930-1934

 

Poema publicado en El Nacional

Paz publicó por primera vez un poema en la página que se llamaba “La vida literaria”, sección “Los nuevos”, del suplemento dominical del periódico El Nacional de la Ciudad de México, el 7 de junio de 1931, a poco de haber cumplido diecisiete años de edad. No era muy original, aunque no es difícil apreciarlo ufano ya de algunas de sus imágenes, menos creativas que creacionistas. 


          Se reproduce la versión que apareció en el diario (junto a un poema en prosa, por cierto, de Rabindranath Tagore). En sus Primeros escritos (13:32), Paz quitó los paréntesis y arregló un par de errores del cajista: un paréntesis fuera de lugar y un verso repetido (“a su buen amigo el viento”).

 
Juego
Por Octavio PAZ LOZANO
Saquearé a las estaciones.
Jugaré con los meses y los años.
(Días de invierno con caras rojas de verano.)
Y por la senda gris,
entre la muda procesión
de los días duros e inmóviles
colocaré a los azules y gimnásticos.
Una mañana ondulante
y de labios pintados,
fresca, como acabada de bañar,
con un crepúsculo otoñal.
Y cogeré a las nubes
—rojas, azules, moradas—
y las arrojaré en el papel inexpresivo
del lívido firmamento,
para que escriban una carta,
en el lenguaje universal,
a su buen amigo el viento.
Para ayudar a los burgueses,
haré anuncios luminosos,
con foquitos de estrellas.
Quizá asesine a un crepúsculo,
para que, desangrado,
tiña de púrpura una nube blanca.
Venderé en la tienda de las estaciones,
manzanas maduras de otoño
envuelto en papel de neblina invernal.
Me raptaré a la Primavera,
para tenerla en casa,
como una bailarina.
(El viento alterará sus horarios.
Travesías inseguras de las nubes.)
Y por la carretera del Futuro, arrojaré al Invierno,
para tener la sorpresa de encontrarlo después,
mezclado con el Verano.
En el tapete verde del espacio,
apostaré a los días,
que rodarán como los dados.
Jugaré con los meses y los años.

          “Juego” está escrito con ánimo de emular a sus tutores del momento, sobre todo a Gerardo Diego y a Carlos Pellicer. En 1921, Pellicer, maestro de Paz en San Ildefonso, publica “Estudio” (en Colores en el mar y otros poemas, de 1921), que comienza:

Jugaré con las casas de Curazao,
pondré el mar a la izquierda
y haré más puentes movedizos.
¡Lo que diga el poeta!

          Más evidente es la suntuosa imaginación en ralentí del gran español Gerardo Diego, cuyo —por ejemplo— “Mirador” (de Manual de espumas, 1924) evidentemente miró el joven jugador Paz. (G.S.)


Mirador De balcón a balcón
los violines de ciego
tienden sus arcos de pasión.
Es algo irremediable
cortar con las tijeras estas calles.
Las cartas nacidas de mi regazo
aprenden a volar algo mejor
y a un peregrino arrepentido
se le ha visto bajar en ascensor.
En el bazar
las banderas renuevan el aire
y el caballo de copas lleva el paso
mejor que un militar.
Y tú manso tranvía
gusano de mis lágrimas
que hilas mi llanto en tus entrañas.
Condúceme a tu establo
y sácame del pozo en que te hablo
Yo te prometo que esta primavera
tu vara florezca en todos los tejados
tejados olvidados en los que ya no pastan los ganados
y a los que nunca sube el surtidor.
Dejemos al Señor
que arranque las estrellas
y durmámonos
sin consultar con ellas